Critica

Los más programados en febrero: Brahms, Schubert y Casablancas

28-02-2019

Este mes de febrero, los compositores más programados en Barcelona han sido Johannes Brahms, Franz Schubert y Benet Casablancas.

 

1. Johannes Brahms


Así, a principios de mes, el Palau de la Música acogió a la soprano Renée Fleming, que interpretó varios lieder de Brahms, mientras que L’Auditori optó por este compositor en dos ocasiones: el Cuarteto Casals con el pianista Alexander Melnikov  interpretaron el Quinteto con piano en Fa menor, op. 34, considerado una de las obras más sublimes del genio de Hamburgo, y una de las “cambres de l’OBC” interpretó el Trío para trompa, violín y piano, op. 4. Por su parte, la Orquestra Simfònica Camera Musicae interpretó en el Palau de la Música la Sinfonía número 2 y el Conservatorio del Liceu también programó diversas obras brahmsianas, ejecutadas por la Orquesta de Cámara Kaimerata y por el conjunto de guitarras Con trastes.
 
A la hora de hablar de Johannes Brahms necesitamos recordar que hacia 1900 ya se había establecido un lugar común cultural, que en cierto modo aún persiste: la idea de que Wagner era un revolucionario que cambiaría la historia del arte con el su desarrollo del drama musical y la disolución de la tonalidad-algo que es un hecho indiscutible-, en oposición a un Bramhs considerado un compositor de una gran técnica, pero de espíritu demasiado conservador para ser realmente decisivo para el advenimiento de la modernidad. Nacido en Hamburgo en 1833 y fallecido en 1897 en Viena, la ciudad donde viviría sus últimos treinta años, alejado de las tensiones pangermanistas que sacudían la cultura alemana, hasta los cuarenta tres años- y cuando ya había estrenado el Deutsches réquiem con gran éxito- Bramhs no osó escribir su Primera sinfonía, que von Bülow calificaría de “la décima de Beethoven”. El comentario quizás era excesivo, pero tenía sus fundamentos, porque la sombra de Beethoven perseguía obstinadamente al músico, que había confesado: “Nunca escribiré una sinfonía. Nadie puede hacerse la idea de que es sentir como el gigante camina detrás de ti”, de manera que su sinfonía era al mismo tiempo una liberación y una rendición sin condiciones, con las constantes citaciones a la Novena y, especialmente, al Himno a la alegría.
 
Fue Arnold Schönberg quien defendió la originalidad creativa de Brahms y su aportación decisiva a la modernidad en Brahms el progresista, un ensayo publicado en 1933, en ocasión del centenario del nacimiento del músico de Hamburgo. Se iniciaba con estas consideraciones: “El propósito de este ensayo es demostrar que Brahms, el clásico, el académico, fue realmente un gran innovador, un progresista en el ámbito del lenguaje musical”. Y más adelante, pasaba a analizar el Cuarteto Op.51, n.º 2 y lo presentaba como un ejemplo de música abstracta, pura, como la esencia de la música de cámara basada en técnicas compositivas que el propio Schönberg emplearía para abrir los caminos hacia en la Neue Musik: con la variación continua o desarrollada, con una prosa musical basada en una continua variación de motivos, sin un patrón fijo de repetición que permite construir temas y, incluso, obras enteras, “un lenguaje musical sin restricciones, propio del siglo XX”. De modo que el compositor vienés venía a dar a Wagner lo que era de Wagner (“el intuitivo, el creador torrencial y orgulloso”), y a Brahms lo que era de Brahms (“el humilde artesano, el reverente admirador de los clásicos”), al tiempo que señalaba que “había tanto de ordenación organizadora (o tal vez de pedantería) en Wagner, como de impetuoso atrevimiento (o tal vez de rara fantasía) en Brahms quien, además, aportaba la tendencia a la precisión y la brevedad del verdadero arte, “una exposición de ideas directa y concreta, sin inútiles rellenos ni repeticiones vacías”.
 

2. Franz Schubert


La presencia de Schubert ha sido también importante, este febrero. La Orquestra Simfònica Camera Musicae interpretó la mítica “Inacabada” (Sinfonía nº 8, D. 759) en el Palau de la Música, mientras que L’Auditori programó el Schubert Lied III, con una veintena de deliciosas canciones interpretadas por dos talentos catalanes, el tenor Eduard Mas y la pianista Marta Puig. También optaron por este compositor los alumnos de la ESMUC, en los conciertos que la entidad programa en el Goethe Institut.
 
Aunque asociamos instantáneamente el nombre de Franz Schubert (1797-1828) al lied (por su aportación al género de más de 600 títulos), con el tiempo ha ido ganando consideración entre los musicólogos, hasta ser considerado entre los más grandes compositores de la historia, porque con 17 años ya compuso una indiscutible obra maestra, Gretchen am Spinnrade (“Margarita en la rueca”), sobre un poema de Goethe, un autor que la inspiraría a menudo, como también lo harían otros poetas alemanes como Schiller, Heine y Schlegel o el escocés Walter Scott.
 
Tres temas atraviesan su producción, muy ligados a la poesía, especialmente la del Romanticismo: la naturaleza, con la tensión entre el yo poético y el mundo inconsciente, el amor, como reflejo del sentimiento del autor por la joven soprano Therese Grob, con quien no se casaría por la precaria situación económica que lo rodeó, y la muerte, una presencia que siempre planeó sobre el compositor vienés, ya que, de doce hermanos que tuvo, diez murieron al nacer y otro lo hizo prematuramente, mientras que su madre murió de parto cuando él tenía quince años -y no podemos olvidar que el propio Schubert traspasaría prematuramente a los 31 años, a causa de un mal terrible y vergonzante para la época, la sífilis. Entre su producción destaca las composiciones del año 1815, cuando con dieciocho años escribió cuatro óperas, dos sinfonías, dos misas, varias composiciones religiosas y sonatas y más de ciento cincuenta lieder, cuatro de los cuales sonaron en el concierto de L’Auditori.
 

3. Benet Casablancas


Finalmente, y en cuanto a Benet Casablancas, el Liceu acogió el estreno mundial de L’enigma di Lea, con libreto de Rafael Argullol, con una clamorosa recibida, mientras que el pianista David Casanova presentó en el Auditorio del Conservatorio del Liceo el contenido del disco Paráfrasis de la emoción, con obras del mismo compositor y de Demian Luna.
 
Casablancas (Sabadell, 1956), con una impresionante formación musical e intelectual, se considera un continuador de las grandes vanguardias del siglo XX y es autor de obras reconocidas internacionalmente, interpretadas en Europa, Canadá, Estados Unidos y Latinoamérica, como Set escenes de Hamlet, Alter Klang, Tres epigrames per a orquestra o The Dark Backward of Time. Ha llegado a la cima de su portentosa creatividad con L’enigma di Lea, a partir de un texto de Argullol, un mythos, un relato complejo, lleno de alegorías y metáforas sobre el amor, la belleza, la inmanencia y la trascendencia, la divinidad y la condición humana. Violada por un dios, Lea atraviesa los tiempos para redimirse a través del amor y redimir a Ram el sonámbulo, con la ayuda de las misteriosas Damas de la Fontera y pese a los ataques de las fuerzas del odio, Milboques y Milulls. La obra se cierra con una danza erótica de los dos amantes que culmina sexualmente, mientras las Damas de la Frontera proclaman un nueva ontología para el tiempo de la liquidez: “Los castillos de arena / son las construcciones más sólidas / y los caminos de la errancia / son las patrias más seguras”. La música del maestro de Sabadell muestra una belleza no buscada, sino que aparece como los rayos de sol, entre los intersticios de las moléculas compositivas, una belleza que incorpora la disonancia, los cambios abruptos, los ritmos sincopados, las sonoridades estridentes, pero en medio de este laberinto hay un lugar para el lirismo.

 
Fotos: Brahms, Schubert, Casablancas

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Aina Vega Rofes
Aina Vega i Rofes
Editora
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