Recomendaciones

5 piezas para el confinamento

27-03-2020

El confinamiento se alarga y la casa se nos queda pequeña ante tantas horas sentados en el sofá o, aquellos que tienen suerte, en la terraza o en el balcón. Sin embargo, tener tiempo libre no es sinónimo de aburrimiento o, tal vez, preocupación por no saber qué hacer o cuál será el futuro. La música clásica nos ha dejado perlas tan preciosas que a veces no nos paramos a apreciar todos los matices, todas las dinámicas o las historias que se esconden detrás de unas obras que a veces sólo oímos, pero no escuchamos.

En este artículo, querría recomendaros cinco obras para poner música al confinamiento, a los ratos libres, o a cualquier momento que tengáis para hacer una escucha atenta y activa de una música que siempre esconde detalles para disfrutar.

1. Claudio Monteverdi. Lamento della Ninfa.

 

Claudio Monteverdi (1567-1643) fue un compositor italiano que señala el paso de la música del Renacimiento al Barroco. Autor del famoso Orfeo, dedicó su composición tanto a la música religiosa como secular, con los madrigales como una de sus formas más proliferas. El Lamento della Ninfa pertenece al octavo libro de madrigales del compositor, Madrigales guerreros y amorosos (Madrigali Guerrieri, te Amorosi con alcuno opuscoli in genere reppresentativo, che saranno por breves episodio fray y cante senze gesto), que data de 1638 y que fue dedicado a Fernando III de Habsburgo, nieto del archiduque Carlos. Inicialmente escrito para soprano, dos tenores, bajo y bajo continuo (aunque se han hecho varias versiones), el Lamento della Ninfa es uno de los madrigales más famosos del compositor italiano, basado en una canzonetta de Ottavio Rinuccini.

Una ninfa abandona su casa para adentrarse en el bosque llorando desconsoladamente por el amante que la ha abandonado, en una reflexión sobre el amor crudo: “Perché di lui mí struggo, tutt’orgoglioso sta, (…) che si se le Fugger, ancor mí pregherà? ” ( “Porque anhelo por él, él está orgulloso (…) quizás en alejarme, él me rogará”). El relato se mueve en un ámbito descriptivo y contemplativo propio del madrigal tradicional, y que se hace aún más latente en la primera y la tercera parte de la obra. En el centro, este clamor desconsolado pasa de la primera a la tercera persona, una característica del género reppresentativo muy utilizada por Monteverdi y que le da aún más un carácter casi teatral. Por otra parte, Monteverdi cede libertad rítmica de la soprano, representando el llanto de la ninfa ( “Quién va cantados a tempo dell’affetto del animo”) y lo contrapone al equilibrio del bajo empeñados, consistente en cuatro acuerdos descendientes que se repiten dando cohesión armónica y rítmica en toda la obra. El resto de voces masculinas contemplan la escena y se compadecen de la ninfa ( “Miserella, ah più no, no, da igual hielo soffrif non può”), creando otro plano sonoro al dramatismo de la escena.

 

 
 

2. Franz Schubert. Quartet de corda núm. 14 Der Tod und das Mädchen, Andante con moto.

 

Se trata de una de las grandes obras de cámara del compositor austriaco Franz Schubert (1797 a 1828). Unánimemente reconocido como el maestro del lied, Schubert compuso este cuarteto en 1824, después sufrif una grave enfermedad que no tardaría en llevarse su vida. El título, motivado por el tema del segundo movimiento Andante con moto, refleja la angustia de este momento de su vida, pero que, sin embargo, adaptó de un lied anterior compuesto por él mismo en 1817.

Me gustaría centrarme especialmente en el Andante con moto, un movimiento estructurado sobre un tema y cinco variaciones. El tema principal y que se puede escuchar al inicio de la obra en forma de marcha lenta caracteriza la muerte, pero contrariamente a lo que cabría esperar de la temática, su final es en una tonalidad mayor, enlazando con las cinco variaciones correspondientes. Estas no salen de los 24 compases del tema principal, expresando cada una de ellas una emoción totalmente diferente. Los tempos, las dinámicas y las expresiones cambiantes son los recursos utilizados por Schubert para mostrar momentos que van desde la elegancia propia de sus Lieder, pasando por la desesperación hasta aquello demoníaco donde las síncopas y los saltos espectaculares del pianísimo al fortíssimo toman protagonismo. A pesar de la baja recepción que tuvo la obra en vida del compositor, actualmente se ha convertido en uno de los pilares musicales para la formación para la que se escribió.

 
 

3. Amy Beach. Romança en La Major per violí i piano, Op. 23

 

Pianista y compositora estadounidense, Amy Beach (1867-1944) fue la primera mujer americana en ganar fama por su carrera dentro del mundo de la composición. Un referente que, sin duda, en un mundo dominado por los hombres, fue aplaudido tanto en Europa como en Estados Unidos por sus recitales de piano, mientras que, como compositora, inspiró su percepción musical en el Romanticismo y el nacionalismo europeos. Fascinada por las obras de Dvořák y Brahms, Amy Beach quería crear un estilo norteamericano de tipo nacionalista, que plasmó en su obra más conocida: la Sinfonía Gaelique Op. 32, donde la música folk de los colonizadores británicos y la esencia tradicional americana se funden en una obra madura que define una nueva voz constituida por todo una mezcla de culturas que conectan el pasado, el presente y el futuro.

Aunque esta sinfonía es un “must”, quisiera hablar de otra obra menos conocida: la Romanza para violín y piano Op. 23. Presentada en 1893 en la Columbian Exposition de Nueva York, adquirió un éxito inmediato por parte del público. La delicadeza del violín, en los agudos y los graves, en los fuertes y los pianos, es contrapuesta a las corcheas del acompañamiento, que dan estabilidad a la melodía, mientras hace latente las influencias del Romanticismo europeo, especialmente de Brahms. El diálogo entre ambos instrumentos refleja la estrecha relación de la compositora con el violinista Maud Powell, para quien escribió y al que dedicó la obra, y junto con quien la estrenó. Se trata de una obra cálida, emotiva y delicada, adjetivos que caracterizan la propia forma de la romanza de este periodo.

 
 

4. Jean Sibelius. Impromptu núm. 5 in Si menor, Op.5

 

En esta serie de recomendaciones musicales, no podía faltar al menos una obra de Jean Sibelius (1865-1957), dada nuestra predilección por el autor. Más conocido por su música orquestal, Sibelius fue un compositor finlandés y uno de los más populares de finales del siglo XIX, especialmente en cuanto al rol que su música desarrolló en la formación de la identidad nacional finlandesa. Por lo menos, mi idea era ir más allá de su Finlandia o el Valse Triste y revisar de entre sus composiciones para piano, de entre las que no pasa desapercibido su recopilación de Seis impromptu. Estos son un tipo de forma musical, normalmente para piano, que consta de una forma bitemática, es decir, un tema principal (A), un tema B, y el retorno al tema A. Pensando en la repetición del primer tema, caemos en la suposición de que se trata de una transcripción de una improvisación hecha por el propio compositor, aunque se trata de obras trabajadas al detalle y que pretenden mostrar gran virtuosismo.

En el caso del Impromptu núm. 5 en Si menor Op. 5, la obra comienza con una pequeña introducción hacia el tema principal, de gran ligereza y agilidad, provocando una sensación de estar suspendido en el aire. Con esta obra, Sibelius da paso a la libre imaginación del intérprete y del público, ofreciéndoles un medio para viajar dentro de sus propias ideas y sensaciones en una obra con pocas dinámicas sonoras pero que no peca de estática, sino todo lo contrario: la fluidez de las notas y la transición de los temas hacen que la música llegue a quien la escucha como una mezcla de sensaciones sutiles, como si se tratara de un sueño.

 

5. Arvo Pärt. Silouan’s Song: My sould yearns after the Lord.

 

El estilo minimalista y arcaizante de Arvo Pärt tampoco puede faltar en nuestro confinamiento. Nacido en 1935 en Estonia, es el compositor vivo más interpretado del mundo, tanto por su calidad musical y emocional como por su capacidad de atraer el público.

En 1991 estrenó Silouan s Song, compuesta por orquesta de cuerda y basada en un texto religioso de San Silouan, un monje ruso cuyos escritos Pärt ha basado gran parte de su obra. Lo curioso es que, incluso, la melodía y el ritmo se basan en la propia musicalidad texto, con la intención de que también pudiera ser interpretado con la voz, a través del recitado de las palabras de Silouan. El sencillo mensaje del texto, “my sould yearns after the Lord” (“mi alma anhela al Señor”), se transmite mediante una sonoridad extremadamente ascética y reducida, acompañada de las notas graves y largas de la orquesta, con especial énfasis en las pausas que redondean el dramatismo poético que tan caracteriza la obra.


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