Sinfónica

Capuçon y Holst, dos astros brillantes

02-12-2019

La Orquesta Sinfónica Camera Musicae ha programado este año una temporada de conciertos muy ambiciosa en el Palau de la Música, con solistas de primer nivel mundial. El concierto de este mes de noviembre contaba con la participación estelar del violonchelista francés Gautier Capuçon, uno de los mejores intérpretes de la actualidad. La orquesta está consolidando como una formación de gran calidad y el resultado fue fabuloso.

El programa, simétrico, tenía una obra a cada parte: las Variaciones Rococó, op. 33, de Tchaikovsky, y Los planetas, op. 32, de Gustav Holst. Es de agradecer que se programe esta obra de Holst, tan olvidada y menospreciada. La participación de Capuçon tuvo lugar en las Variaciones Rococó, una pieza que Tchaikovsky compuso imitando el estilo clásico, concretamente su admirado Mozart. A pesar de la voluntad del compositor, la obra tiene una personalidad propia evidente, fuerza distanciada del clasicismo.

Gautier Capuçon es un músico que no necesita presentación. Luego que pone el arco sobre las cuerdas, cierra los ojos y toca poseído por la fuerza de la música. Con una técnica indiscutible, ejecuta las frases con un legato que todo lo envuelve. Hace parecer fáciles los pasajes más virtuosísticos, que aborda con aparente simplicidad. Lo más fascinante y cautivador de Capuçon es el sonido de su violonchelo, cálido, intenso y delicado, que siempre domina por encima de la orquesta. Después de las siete variaciones y la ovación correspondiente -y bien merescuda-, Capuçon aún ofreció dos bises: la versión para violonchelo de la canción de Fauré Après un rêve, i El cant dels ocells, acompañado en ambos casos por la sección de violonchelos de la orquesta.

Tomàs Grau, director titular de la Orquestra Simfònica Camera Musicae, demostró un buen conocimiento de las piezas y una gran habilidad para poner de acuerdo y hacer sonar en plena armonía una formación de grandes dimensiones a Los planetas. El único punto negativo que podríamos encontrar es una sección de cuerda poco nutrida, igual en número a la de viento. Esta igualdad numérica creaba desequilibrios sonoros a favor del viento metal. A pesar de ello, hay que alabar la ejecución de todo el viento, que no hizo ni un error y sonó bien engranado con el resto de la formación.

La suite de Holst consta de siete movimientos, siete planetas según la cosmología geocéntrica precopernicana, por lo que la Tierra queda excluida. Sin embargo, no figuran ni el Sol ni la Luna, y el orden no es lo que conocemos, sino que comienza con Marte, el portador de la guerra, el movimiento más popular de esta suite. Cada planeta tiene su carácter distintivo y la suite de un inicio absolutamente épico a un final difuminado y místico, donde aparece el ruido de fondo de unas voces, que en este caso fueron las del Cor de Noies de l’Orfeó Català. La OCM hizo una ejecución brillante de esta pieza difícil y compleja, con multitud de temas y de voces, y Tomàs Grau dio el carácter definitorio en cada planeta. Es una música que bebe de Wagner y de Strauss, y que prefigura claramente la música de cine que posteriormente vendría. El tema de Saturno, por ejemplo, podría ser parte perfectamente de la banda sonora de La dimensión desconocida. Sin duda, Los planetas es una obra muy interesante, y de una calidad excelente, que inexplicablemente, no se programa mucho en las salas de conciertos. Es un motivo más de felicitación a la temporada de la Orquestra Simfònica Camera Musicae, que ya es un referente indiscutible de la música sinfónica en nuestro país.

Foto: Gautier Capuçon i OCM de Martí E. Berenguer

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