Critica

Descubriendo terreno ignoto

Roger Padullés canta Juli Garreta

18-10-2020

Juli Garreta (1875-1925), músico muy bien considerado como autor de sardanas, es realmente un gran desconocido: desmintiendo el mito de que fue un compositor autodidacta de música popular, su amistad con Pau Casals le abrió las puertas al sinfonismo de primer nivel, viajó a Bayreuth para profundizar en la obra de Wagner y era conocedor de las corrientes más vanguardistas de su época (con predilección por Strauss y Grieg). La “tercera pata del taburete” de su producción (en palabras del propio Roger Padullés) la constituyen las piezas para voz y piano, más de sesenta, de las que sólo han sobrevivido escasas 25.

Roger Padullés (imagen: Marc Ayala)

El tenor Roger Padullés, antiguo escolanet y especialista en lied alemán, ha unido fuerzas con el que posiblemente sea el mejor pianista acompañante del país, Francisco Poyato, para realizar la primera grabación de la integral de las canciones conocidas de Garreta, que tendrá lugar durante el presente mes de octubre y se presentará en Barcelona con un recital en abril de 2021. Sin embargo, nosotros nos hemos adelantado y hemos asistido al concierto que los dos músicos ofrecieron el día 15 en el auditorio del Centro Cultural de Valls. 

Hay que tener presente que Garreta daba muy poca importancia a su obra, que no la catalogaba ni se preocupaba demasiado de preservarla. Tendió más a las canciones sueltas (a menudo brevísimas) que a los ciclos (excepto el dedicado al Llibre de les hores, de Apel·les Mestres) y por estos dos motivos cuesta mucho contextualizar este material. Padullés y Poyato optaron por agruparlas por temas (canciones religiosas, sobre el amor materno, sobre la naturaleza…), hecho que quizá resultó un poco desconcertante a nivel estilístico: el compositor de Sant Feliu oscila entre la sencillez de resonancias populares y la sofisticación más refinada. Este hecho tiene obviamente una translación en el acompañamiento pianístico, que en unas ocasiones se limita a subrayar la melodía y en otras se aventura a armonías complejas. Es posible que en manos de un instrumentista menos experto o menos brillante que Poyato, algunos de los temas menos trabajados se hubieran hecho monótonos. Él, sin embargo, logró todo tipo de matices jugando con las dinámicas y con las pequeñas variaciones. Siempre atento a Padullés, resultó juguetón, trágico, pastoral, tenebroso, travieso, transcendente… Poyato es un maestro en mayúsculas, de los que nunca tapan al cantante pero que siempre consiguen tener voz propia y sumar.

El tenor es un cantante honesto, nada dado a la estridencia, con una línea de canto depuradísima y que nunca se exhibe gratuitamente

Padullés es un cantante extremadamente elegante que exhibe un control férreo sobre sus recursos vocales. Es cierto que posee un instrumento bellísimo, homogéneo, de color cálido y bien timbrado pero que probablemente continuaría siendo un liederista imprescindible con una voz de menos calidad porque lo que lo distingue es su buen gusto y sus ganas de comunicar y decir bien los poemas. El tenor es un cantante honesto, nada dado a la estridencia, con una línea de canto depuradísima y que nunca se exhibe gratuitamente: todas las modulaciones, todos los piani, todos los adornos tienen una justificación en el texto. No es Padullés intérprete que quiera lucirse a cualquier precio y siempre transmite la sensación de que cree en aquello que está cantando. Así, su voz voló ligera en la “Cançó de l’aire” pero se oscureció en “Amor de mare”, macabra historia de un hijo que arranca el corazón a su madre para llevárselo a su amada, para volverse saltarina y alegre en la bucólica “Alpestre”. La simpática intranscendencia de “Què alegre t’he trobada” o “No et sàpiga greu” no tienen nada que ver con la gravedad del “Ave Maria” con letra de Verdaguer, y así lo supo expresar el solista.

La recuperación de este patrimonio musical tiene un valor incalculable y sólo por eso el proyecto de Padullés y Poyato ya sería digno de nuestra atención. Sin embargo, musicalmente es una propuesta interesantísima. Como es natural, en tota integral hay piezas de más calidad que otras, y este compendio no es una excepción, pero al final se tiene la sensación de haber asistido a un buen retrato de la época modernista en Catalunya: un poco de tradición, un poco de modernidad, un toque de poesía novecentista, un regusto de tabaco en una mesa de los Quatre Gats… Para ser un país como los demás no podemos dar la espalda a nuestra historia y este proyecto es una buena muestra de normalidad en estos tiempos tan poco normales. 


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