Es por este motivo por el que el Festival Beethoven250 va mucho más allá de la interpretación y escucha de la música del compositor alemán, ya que pretende hacer llegar su fuerza a un público amplio y diverso. En todo, una oferta que no se puede rechazar en una temporada que nadie debería perderse por los siguientes motivos:
En primer lugar, la programación ya habla por sí sola. Un total de 37 conciertos, 10 charlas y una exposición que incluyen desde las sinfonías (de la mano de la OBC y bajo la dirección de Kazushi Ono, Jan Willem de Vriend y Rudolf Buchbinder) a los conciertos para instrumento solista, pasando por los cuartetos de cuerda y la ópera Fidelio, que será interpretada en versión concierto. Todas ellas condensadas en un ciclo de seis meses dedicado íntegramente a la obra de Beethoven y donde no se renuncia a nada. Se inauguró el pasado sábado 11 de enero con la integral de cámara donde se interpretaró, durante catorce horas seguidas, un programa de imprescindibles del compositor, dividido en 9 conciertos. Junto con la instalación sonora de Leif Inge (ambos con entrada gratuita), l’Auditori inauguró una temporada de éxito que ya va por su 21º concierto.
En segundo lugar, el Festival hace especial mención al espíritu rompedor del compositor, adaptándolo a lenguajes contemporáneos. El programa Sampler Series es el mejor ejemplo, acogiendo obras como 9 Beet Strech, o el estreno en Barcelona de Prisoner of the State, del compositor David Lang e inspirada en la única ópera de Beethoven, Fidelio, un canto a la libertad y al amor en lucha contra la tiranía.
En tercer lugar, l’Auditori ha querido ir más allá de lo musical, aprovechando la ocasión para ofrecer otra perspectiva al arte. Cogiendo la figura de Beethoven como referente a todos los niveles, durante esta temporada su sordera nos interpela, creando nuevos significados y nuevas concepciones que toman especial protagonismo. La necesidad de avanzar hacia una accesibilidad universal se materializa en este festival en la subtitulación, la presencia del lenguaje de signos y del bucle magnético para las personas sordas, además de audiotranscripcions y programas en Braille para personas ciegas y el ampliación de espacios para personas con movilidad reducida. Es por eso que artistas como Christine Sun Kim o las hermanas Clara y Ariadna Peya ofrecen una reflexión sobre nuevas percepciones del arte y la realidad estableciendo un vínculo entre el sonido y los otros sentidos.
Finalmente, sólo nos falta destacar el poder de la música que sonará en este festival. Tal y como comentaban algunos de los artistas que participaron en la integral de cámara, interpretar Beethoven implica una exigencia inusual para los intérpretes. No existe una calma o intensidad continua, sino que requiere una exactitud, pero a la vez la fuerza apasionada y de contrastes que tan caracteriza el mundo del genio de Bonn. Un trabajo doble para los músicos, pero también para el espectador, que además de dejarse llevar por este impulso, tiene que saber agarrarse a la esencialidad de la obra y de la formación que la interpreta. El trío Barragán, Soltani, Floristán, así como Calidore String Quartet, junto con Cristina Gómez Godoy (oboe), han sido grandes ejemplos de esta fuerza abrumadora de la que se desprende un Beethoven más humano y más cercano que nunca.
Foto 1. Ilustración de Félix Serrano, imagen cabecera del Festival.
Foto 2. Concierto de la OBC donde Jan Willem de Vriend dirigió la Séptima y la Octava de Beethoven.