Cámara

El adiós de Pianos Puig: “Comprar un piano hoy es un acto heroico”

Cierra la emblemática tienda de pianos de Barcelona

15-05-2020

Años de negocio a la baja llevan a Josep Puig a cerrar su emblemática tienda. Paradójicamente, su mensaje de despedida se ha hecho viral y, en pleno estado de alarma por la Covid-19, ha liquidado todo su stock de pianos en menos de una semana.

El pasado lunes, 11 de mayo de 2020, Josep Puig envió un e-mail a sus clientes: “Este correo es para anunciaros que he decidido cerrar la tienda de Pianos Puig de la calle Progreso de Barcelona y hacer una liquidación de todos los pianos que todavía me quedan”. Así se despedía uno de los establecimientos comerciales de pianos más emblemáticos de Catalunya, ubicado en pleno barrio de Gràcia.

“La historia de cómo empezó todo es muy curiosa, porque de formación yo soy ingeniero agrícola”, explica Josep Puig .Y continúa: “Yo trabajaba en una empresa de alimentación. Era un buen trabajo. Pero un día quise recuperar el piano de mi infancia y compré uno de segunda mano”. A partir de ese momento, animado por el experto que afinaba su instrumento, quien le detectó un oído musical innato, comenzó a interesarse por las tripas de los pianos.

La afición creció: “Me apasionaba ver los pianos por dentro y empecé a viajar para visitar fábricas”. El paso siguiente era de esperar: con un socio, montó un taller de reparación y afinación de pianos. Era 1979 y Josep Puig tenía 28 años.

Pronto comenzó a hacerse un nombre como especialista. Algunos conservatorios recurrieron a él para mantener en forma sus pianos (“el primero fue el de Badalona y después vinieron los de Tarragona y Terrassa”, recuerda). Y, finalmente, en 1999, después de veinte años de oficio, abrió, ya en solitario, la tienda de la calle Progreso: “El local era amplio y además Gràcia es un barrio céntrico y comercial. Decidí vender pianos, pensando especialmente en instrumentos económicos o de segunda mano para alumnos de música, y empecé a traer marcas japonesas”, afirma.

Durante unos años, la fórmula funcionó. Pianos Puig se convirtió en un establecimiento de referencia para profesores y estudiantes. El interés didáctico de Josep Puig por la música le llevó a dar clases en conservatorios sobre cómo es un piano por dentro: “La mayoría de músicos conocen perfectamente su instrumento: le cambian las cuerdas o forma parte de ellos mismos. No es el caso del pianistas, que saben poco de cómo funciona un piano: solo las teclas”, asegura.

Y, más allá del ámbito escolar, Puig se hizo distribuidor de los míticos pianos Fazioli: “Son pianos de autor, de una gran calidad. El fundador, Paolo Fazioli, comenzó fabricando uno o dos pianos al año y controlando todo el proceso. Ahora hace unos 80ó 100, pero continúa probándolos personalmente “. La posibilidad de tocar un Fazioli atrajo a Pianos Puig a muchos pianistas y se organizaron pequeños conciertos para clientes y amigos, con nombres de primer nivel, tales como José Menor o Josep Maria Colom.

Sin embargo, a raíz de la crisis económica de 2008, las cosas empezaron a cambiar. Josep Puig no tiene muy clara la razón, aunque sí apunta algunas pistas: “Para estudiar música se tiene que empezar muy joven y las familias han de hacer una inversión importante. Un piano normalito son entre 4.000 y 5.000 euros. El piano tradicional ha ido cayendo, hasta el punto que hoy comprar un piano es un acto heroico. Muchas tiendas han sobrevivido vendiendo pianos digitales, que cuestan la mitad de precio. Yo me he negado”.

En la opinión de Puig, este ahorro aparente de los pianos digitales es falso: “Muchas familias comienzan comprando un teclado porque no saben si el niño seguirá estudiando música y luego se encuentran con que tienen que comprar un piano de verdad. Como normalmente eligen uno baratito, con los años, acaban haciendo una tercera compra: el piano de calidad, que es lo que deberían haber comprado desde el primer momento, solo que ahora se han gastado tres veces más”. Y además de la cuestión económica, está la parte artística: “Los grandes músicos de la historia, de Mozart a Beethoven, venían de grandes familias de músicos, lo que significa que se educaron con instrumentos extraordinarios. Un teclado no tiene resonancia ni armónicos. Es muy triste que el primer instrumento que conozcan los niños sea un instrumento de plástico”.

La solución, según Josep Puig, debería ser pensar en el piano como una inversión de la familia en cultura: “Y además, si es necesario, se puede vender. Un piano de calidad siempre tiene salida”.

La idea de abandonar el negocio de venta de pianos ya le rondaba a Josep Puig por la cabeza hacía tiempo, hasta el punto de que el texto de despedida a los clientes se escribió el día 1 de febrero, aunque feron pasando los días y no se decidía a enviarlo. Llegó la Covid-19. Curiosamente, el confinamiento le ayudó a reflexionar sobre la situación. Finalmente, Pianos Puig hizo público su cierre.

Lo ocurrido después ha sido una de esas paradojas de la era de las redes sociales. El mensaje de Josep Puig se ha hecho viral y ha corrido de móvil a móvil mucho más allá de los destinatarios iniciales: Barcelona, ​​Valencia, Madrid … El teléfono de la tienda empezó a sonar y, en menos de una semana, Josep Puig ya ha liquidado prácticamente todo su stock de pianos en oferta.

Pronto el local de Pianos Puig se convertirá en un taller donde Josep Puig continuará haciendo lo que más le gusta: reparar y cuidar de los pianos.


Etiquetas:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

  1. Avatar Artur Navarro dice:

    Acabo de llegir la notícia amb tristesa. Pianos Puig és un espai emblemàtic a Barcelona i en Josep ha és referent de professionalitat, cultura i d’amabilitat.
    Sembla que els temps que vivim són difícils per a la cultura, per la professionalitat i la amabilitat, però el seu valor es més gran i més necessari que mai. Gràcies, Josep.