Cámara

Esther Pinyol: “En el arpa, el gimnasio es tan importante como el estudio”

27-06-2017

Esther Pinyol ha sido la primera graduada en arpa que ha salido del ESMUC y ya tiene una interesante experiencia profesional, bien formando parte de orquestas, bien como integrante de grupos de cámara. Ella misma nos explica su trayectoria y su forma de entender la música. 

Barcelona Clásica: ¿Cómo te sentiste atraída por el arpa?
Esther Pinyol: Fue a los cuatro años. Mis padres me llevaban a ver conciertos y en uno de ellos vi un arpa. Por lo visto desde entonces empecé a pedir que quería tocar este instrumento.

B.C. ¿Y cómo comienzas los estudios de un instrumento tan poco común?
E.P. Soy de Vilanova y en la escuela de música a la que iba, Freqüències, no había profesor de arpa, pero me buscaron una, Isabel Mayné. Así que desde bien pequeña ya tocaba algunas cancioncillas.
 
 
B.C. ¿Qué recuerdas de las diferentes escuelas y profesores por los que has pasado?
E.P. De Freqüències recuerdo el ambiente, la ilusión de los inicios. Todos formábamos una familia. Pero tuve que seguir con los estudios fuera y vine a Barcelona a hacer el grado medio en el Conservatori del Liceu, con  Lina Serracarabassa. Esta profesora ha sido fundamental para mí: es muy exigente. Todavía voy a hacer clases con ella de vez en cuando.El grado superior y el máster los cursé en la ESMUC, con Magdalena Barrera, solista de arpa de la OBC. De esta profesora valoro especialmente el hecho de que me ha acercado al mundo de la orquesta. Estas dos maestras son mi referente profesional.
 
B.C. De hecho, pese a tu juventud, ya has debutado con la OBC…
E.P. Si. Me acordaré toda la vida. Fue con Les Images de Debussy, una obra en la que hay dos arpas. Mi profesora me ofreció la posibilidad de colaborar. ¡Incluso hice la parte solista de la segunda arpa!
 
B.C. ¿Qué otras experiencias tienes con orquestas?
E.P.
 Fue muy importante entrar en la Jove Orquestra Nacional de Catalunya, porque mi sueño es formar parte de una orquesta. He estado en la JONC desde los 17 hasta los 23 años, y esta etapa me ha permitido participar en otras experiencias de orquestas, como la Mahler Chamber Orchestra, a nivel europeo, o la Jove Orquestra Nacional d’Espanya (JONDE), a la que me incorporé a partir de los 20 años y hasta los 24.

B.C. ¿Qué recuerdas de tus actuaciones en salas importantes en las que has podido actuar con estas formaciones? 
E.P. 
Pues me impactó especialmente mi primera actuación en el Palau de la Música, con la JONC. De las esculturas en el escenario, la primera ninfa a la derecha es la que lleva la lira, y era la primera vez que la veía. Me sentí muy acompañada durante el concierto.
 
B.C. ¿Qué sientes como lo mejor y lo peor del arpa? 
E.P. 
Siempre he tenido clarísimo que mi instrumento es el arpa. Me apasiona. Es una parte de mí. Respecto a las dificultades, diría que encontrar un arpa ya es una. No es un instrumento barato: una de calidad profesional cuesta a partir de 20.000 euros. Tampcoo no es ligera: pesa 45 kilos, lo que la hace difícil de transportar. Pero, ante cualquier dificultad, yo soy optimista: si quieres algo, tienes que luchar por ello.
 
B.C. No sabíamos que tocar el arpa podía ser tan exigente a nivel físico… 
E.P. 
Muchas veces la gente piensa que es un instrumento angelical, pero en realidad es físicamente muy duro. La posición no resulta nada fácil: has de aguantar parte del peso con el cuerpo, los brazos han de estar en tensión y, además, el instrumento tiene siete pedales. El intérprete ha de tener la espalda fuerte: las horas de gimnasio son tan improtantes como las de estudio. Y si pruebas a tocar una cuerda, verás que, al principio, no suena nada. ¡Y hace daño!
 
B.C. ¿Cómo te ves en el futuro?
E.P. Con mi pareja, Ferran Carceller, tenemos la formación de arpa y marimba, muy innovadora. Muchas veces, hemos de encargar obras nuevas a los compositores para poder tener un repertorio adecuado. Asímismo, ahora estoy en la bolsa de trabajo de la Orquesta de Tenerife y colaboro con la Orquestra Camera Musicae, la Giorquestra  y la Orquestra Verum de Madrid, entre otras. A largo plazo, me veo compaginando el trabajo de música de cámara con la actividad en orquestas. Al fin y al cabo, la música sinfónica no deja de ser una formación de cámara en grande.

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