Cámara

Gerhard y la Segunda Escuela de Viena

03-03-2020

A mediados de la década de los veinte, Robert Gerhard escribe con desesperación una carta al fundador de la Zweite Wiener Schule. Schönberg percibió en Gerhard un joven lleno de talento y erudición, y, en un momento en que los compositores catalanes se aproximaban a la estética impresionista, él había mirado hacía el norte, en la Viena fin-de-sciècle, que había sido el centro del mundo.
En el concierto del MACBA el 16 de marzo, el Aron Quartett interpretará el Cuarteto op. 7, que sirvió para contestar, a Alban Berg, “¿Por qué la música de Schönberg es tan difícil de entender?”. Esta obra implica un punto de inflexión, tanto en la forma como en el tratamiento temático. Llega después de un período en que todas sus composiciones se habían basado en un texto. Aparentemente, era lo que Hanslick llamaría música absoluta, pero ocultaba un “programa secreto”. La obra se caracteriza por la economía de recursos, un gran trabajo contrapuntístico y una escritura tan polifónica da gran independencia a los instrumentos, deseosos de cantar melodías altamente expresivas, en el umbral del total cromático, con contrastes de dinámicas y gran complejidad rítmica. La disonancia impregna la textura de tal manera que sólo podemos hablar de consonancia localizada. Mahler manifestó que, a pesar de que “no entendía esta música ya que él era viejo”, la defendía encarnizadamente ya que “el arte nuevo no se puede medir con las leyes del arte viejo”.

Cuando el sistema tonal daba indicios de cansancio, Webern adopta un lenguaje de extrema concisión y brevedad en que necesita dar a cada giro, cada intervalo, en cada gesto musical la máxima importancia en el tiempo, y por eso hay que enmarcar cada intervención en una especie de aura de silencio. De ahí la quietud que emana de su música. En Webern es tan importante la disposición de los sonidos como la disposición “emocional” de los silencios: por eso nos suena como si fuera una música nacida por la más silenciosa de las intimidades.

En el Quartet (1905), Webern inicia el camino hacia el serialismo, con microtemas, retrogradaciones e inversiones, con predilección por la concentración extrema y una atomización melódica propia de la Klangfarbenmelodie. En el prólogo de las Bagatelles, op. 9., Schönberg escribe: “De una mirada puede hacerse un poema; de un suspiro, una novela. Pero expresar toda una novela con un solo gesto, una inmensa alegría con un leve suspiro, es una algo que sólo se puede conseguir cuando se ha olvidado toda compasión hacia uno mismo “. Lo escucharemos dentro de Fusión Europa, con el Quartour Hanson, en la Casa Batlló el 17 de marzo en el marco del Barcelona Apertura City +.

Foto: Aron Quartett


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