Coral

Hallelujah!

02-01-2020

Tras el éxito obtenido el año anterior, el 23 de diciembre se realizó la segunda edición del Mesías Participativo organizado por la Associació Messies Participatiu Barcelona en L’Auditori, este año interpretado por la orquesta barroca Vespres d’Arnadí, el Cor de Cambra de Granollers y el Cor Jove Amics de la Unió como coros piloto, un coro de 450 participantes individuales, la soprano Irene Mas, la contralto Anna Alàs, el tenor David Alegret y el barítono Elías Benito, todos bajo la dirección de Josep Vila i Casañas.

Nos encontramos en días de reflexión personal y propósitos ambiciosos, de balance, pero también son días de pasar acompañados, de ofrecer tiempo, comidas y regalos a los amigos y familia. Esta idea de compartir (en este caso, música) es precisamente la que protagonizó el concierto del Mesías Participativo del otro día. Si bien el Mesías de Haëndel es una de las obras que más se interpreta estos días, cuesta encontrar uno que conste de un coro participativo tan numeroso.

La orquesta barroca Vespres d’Arnadí encaró la apertura marcando el contraste en las dinámicas, lo que otorgaba un carácter expresivo al número. A lo largo de toda la obra, de hecho, la fuerza y la seguridad del conjunto fueron un punto de apoyo para el resto de intérpretes: a pesar de tratarse de una orquesta de pequeñas dimensiones, no quedó sobrepasada por la cantidad de sonido de los participativos en los momentos de tutti. A destacar el solo de trompeta del «The trumpet shall sound», preciso y brillante y el de la concertino en «If God be for us» por la dirección de las respuestas y la conducción de todas las frases.

David Alegret, que tuvo que sustituir a última hora al también tenor Lluís Vilamajó, defendió su papel con una voz cubierta y nada estridente y agilidad en los pasajes más rápidos. Aunque necesitó estar bastante pendiente de la partitura y, por tanto, se encontraba limitado en la gesticulación, ejecutó sus partes con seguridad y profesionalidad. La contralto Anna Alàs se presentó desde el principio con una voz llena, madura y nada pesante y con unos graves de piel de gallina. A felicitar también unas frases muy bien conducidas, con unos pedales que aguantaban el vibrato hasta el final. A destacar igualmente la presencia de la cantante en el escenario que, con serenidad y confianza, se dirigía directamente al público. Igualmente a nivel de interpretación, hay que hablar del aria «He was despised», con un cambio del colocación de la voz en un momento determinado para dar énfasis al texto y una especial atención a las consonantes de «shame and spitting »final. Quizás la falta de trabajo conjunto con Alegret se notó en el dúo «O death», donde la proyección del tenor quedó más recogida y la de la contralto más adelante.

Elías Benito, barítono, pese a no tener una voz especialmente gruesa, sí hizo sonar unos graves bien trabajados y unos medios aterciopelados con una denotada voluntad de hacer llegar el mensaje al público. Irene Mas, soprano, interpretó las partes de soprano con solvencia, pasando por las notas rápidas con detalle, realizando unos saltos interválicos limpios y dulces, y unos dibujos melódicos cuidados. Transmitía tranquilidad y fuerza con un color bien encontrado en los medios, aunque perdía presencia en los graves y que tenía unos agudos algo vibrados por el tipo de música. Interpretó el aria «I know that my Redeemer liveth» con delicadeza y gran destreza expresiva.

El Cor de Cambra de Granollers (Josep Vila Jover, director) y el Cor Jove Amics de la Unió (Marta Dosaiguas, directora) ejecutaron sus partes con un sonido homogéneo y cuidado. A pesar de algún desajuste en los pasajes más rápidos del inicio, se encontraron más cómodos a los números finales, a destacar el «Their sound is gone out”, el “Let us break their bonds” o el “Since by man came death ». Las sopranos presentaron un color joven con unos agudos brillantes y precisos y los bajos mostraron un sonido redondo, seguro y ancho. En un primer momento faltó fuerza en los tenores pero se hicieron escuchar durante la segunda mitad del concierto y las contraltos defendieron su cuerda con habilidad, aunque faltó oscurecer el color.

El protagonista indiscutible de la noche fue, sin embargo, fue el coro de participantes individuales (Alfred Cañamero y Martí Ferrer, directores preparadores) que llenaba a rebosar los dos patios de butacas laterales, a más de la mitad del escenario. La entrada de este coro de más de 450 personas al inicio de la obra fue impresionante por la cantidad de sonido. Los desajustes en el tempo que se fueron dando a lo largo de la obra fueron totalmente normales por el volumen de gente y la distancia que los separaba del director. Asimismo, también hay que decir que la pronunciación del texto tenía un fuerte acento catalán y algunos intervalos y acuerdos finales quedaban calados.

Aún así, insisto con el mérito de querer formar parte de esta experiencia y el ambiente que la caracteriza: el «Hallelujah» que cerró la segunda parte fue espectacular y se notaba que estaba cantada con la emoción a flor de piel. Ahora bien, hay que poner el toque de atención en los toses de entre movimientos, que fueron exagerados y no venían sólo del público: el silencio también forma parte de la música.

Finalmente, a destacar la mano izquierda de Josep Vila Casañas a la hora de dar indicaciones a un espesor de cantantes de conocimientos musicales tan diferentes. Elegante, condució los intérpretes con un gesto amable, hizo caminar la melodía en los pasajes lentos y decidió forzar más el tempo a los rápidos.

Ya para terminar, en esta crítica quería hablar de uno de los participantes individuales que me llamó la atención por dos motivos: porque llevaba unos vaqueros azules medio gastados (todos iban de negro) y porque no abrió la partitura en ningún momento de las tres horas de concierto. Creo que son dos rasgos significativos de la esencia popular (perteneciente al pueblo) y popular (conocida por todos) de este Mesías. Deseamos que la próxima edición de este 2020 sea también de esta manera: que por muchos años podamos cantar el «Hallelujah»!

Fotos: Messies Participatiu, arxiu

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