Cámara

Haydn, el padre del cuarteto, en Barcelona

La Bienal de cuartetos de cuerda

26-09-2020

El mundo de la música en nuestra casa no se detiene a pesar de las circunstancias adversas. En el año de la Covid, L’Auditori ha puesto en marcha una iniciativa de cámara fantástica: la Bienal de Cuartetos de Barcelona, que como bien dice el nombre, se celebrará cada dos años. Este año ha consistido en una serie de ocho conciertos en cuatro días consecutivos, protagonizados por algunos de los cuartetos más prestigiosos de todo el mundo, encabezados por la formación de referencia “de casa”, el Cuarteto Casals. Ellos fueron quienes dieron el pistoletazo de salida a la bienal, con un concierto matinal en la Sala Alicia de Larrocha, con dos obras de Haydn. Hacía días que se habían agotado las entradas.

Quartet Casals (imagen: David Ruano)

Los cuatro conciertos matinales en la Sala 4 estuvieron dedicados al padre del cuarteto como género musical, Franz Joseph Haydn, tal como anunció Arnau Tomás al inicio del primer concierto. De ahí que lleven el título de Papa Haydn. Fueron cuatro conciertos de unos tres cuartos de hora de duración con dos piezas cada uno, interpretados por cuatro formaciones diferentes: el Cuarteto Casals, el Marmen Quartet, el Cuarteto Modigliani y el Cosmos Quartet.

El cuarteto de cuerda, quizás la forma más típica de la música de cámara, tan arraigada hoy en día, en realidad no comenzó hasta el 1760, de la mano de Haydn. Él consiguió poner cuatro músicos a tocar —o a dialogar— en igualdad de condiciones. Como dijo Goethe, el cuarteto de cuerda es una conversación entre cuatro personas sensatas, haciendo referencia a este plan de igualdad. Los grandes compositores que han venido después han escrito verdaderas obras maestras para esta formación, desde Mozart hasta Shostakovich.

El Cuarteto Casals, el anfitrión de la Bienal, no necesita presentación. Es una formación que a lo largo de los años ha conseguido una solidez granítica con unas interpretaciones dotadas de un sonido muy potente y una expresividad máxima. Vestidos de calle, los cuatro miembros salieron con sus arcos de época para interpretar dos cuartetos del opus 33, los llamados cuartetos rusos porque Haydn los dedicó al gran duque Pablo de Rusia. Fue especialmente divertido el núm. 2, que lleva el apodo de “La broma”, ya que el último movimiento juega con una frase que suena en momentos que pueden parecer intempestivos, y que Haydn concibió como una broma tanto para el público, desconcertante a la hora de aplaudir, como para los intérpretes, que no deben tocar con el piloto automático siguiendo un ritmo fijo.

Los Casals, con Abel Tomàs al primer violín, hicieron gala de un sonido lleno, como si se tratara de una obra de Beethoven, pero en cambio, con un estilo apolíneo, que es lo que corresponde a Haydn. Está casi de más reiterar las virtudes del Cuarteto Casals, especialmente la armonía entre sus integrantes, que hacen exactamente realidad las palabras de Goethe. Tras estos meses de pandemia en que se han suspendido prácticamente todos los conciertos, todavía es más meritorio mantener el mismo nivel de excelencia.

Quatuor Modigliani (imagen: Luc Braquet)

La otra formación a destacar por su nivel óptimo es el Cuarteto Modigliani, que nos ofrecieron los cuartetos op. 54 núm. 1 y op. 76 núm. 2, “Las quintas”. Es también una formación con muchos años de experiencia, con un sonido un poco menos incisivo que el de los Casals y con un estilo más ligero. Su Haydn fue extremadamente pulido y depurado, especialmente en el segundo movimiento del cuarteto op. 54 núm. 1, que parecía la grácil danza de una bailarina. Cabe destacar una gran armonía y complicidad entre cuatro músicos iguales, de la misma altura musical. Y aún así, el sonido cálido del primer violín se hizo notar vivamente en los pasajes más melódicos.

Que los últimos años en Cataluña hayan salido una serie de cuartetos de cuerda de nivel internacional es algo de lo que hay que sentirse muy orgullosos como país

Las otras dos formaciones fueron el Marmen Quartet, al que todavía le falta un poco de bagaje para ponerse a la altura de Casals y Modigliani, y el Cosmos Quartet. Es decir, dos formaciones autóctonas y dos de extranjeras. Que los últimos años en Cataluña hayan salido una serie de cuartetos de cuerda de nivel internacional es algo de lo que hay que sentirse muy orgullosos como país. Y la iniciativa de esta Bienal de Cuartetos de Barcelona es el reflejo del interés del público por el repertorio camerístico, uno de los más exigentes ya la vez gratificantes del universo musical. Nos volveremos a ver dentro de dos años.


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