Critica

Joan Oller: “Ahora somos más afines a la Ilustración que al Romanticismo en la forma de entender la música”

18-07-2018

La temporada 2018/19 del Palau de la Música Catalana viene cargada de grandes nombres y obras sublimes, siempre con el compromiso con la música coral, que está en los cimientos de la casa. Hablamos con Joan Oller, su director general y artístico, de la propuesta integral que ha hecho el Palau para construir un programa coherente y cohesionado donde la reflexión se entrelaza con la música y las artes plásticas inundan las paredes del templo modernista, como se puede ver a simple vista con el programa de temporada.

Aina Vega: ¿Qué se esconde detrás del concepto “origen”, que es el Leitmotiv de la temporada?
Joan Oller: En realidad, yo quería que fueran dos conceptos, “origen” y “final”, pero se apostó por afianzar el primero. “Origen” lo entendemos como un volver a empezar, como una indagación en el principio pero también donde termina todo, uniendo los extremos. No deja de ser un hilo conductor que no es ni mucho menos exhaustivo -hay muchos conciertos que no hacen referencia ni origen ni a final-, pero es un concepto inspirador que está presente en algún concierto y en alguna actividad paralela. No tiene una pretensión explicativa radical como la que se puede ofrecer tal vez en un festival, porque aquí tenemos una programación amplísima y el hilo conductor es más suave.
 
AV: Compromisos: excelencia, proximidad, personalidad propia y creatividad. Qué va primero?
JO: Todos están al mismo nivel, creo que la excelencia no es un objetivo sino un requisito que no sólo afecta a los artistas sino a toda la casa y, por tanto, se debe perseguir, y nosotros queremos atraer público con personalidad y creatividad. Pero si la excelencia te puede alejar de la gente, es necesario que haya proximidad para crear un ambiente agradable entre el público.
 
AV: Esta temporada veremos obras de Miquel Barceló, dibujos de Antoni Llena, poesía de Màrius Sampere, partituras de Philip Glass y Josep Maria Guix. Es esencial, hoy en día, fomentar el interés de hacer interrelacionar las artes?
JO: Nosotros nos definimos a través de la música, sobre todo, pero también somos artes plásticas y arquitectura, pero lo hemos ampliado a la poesía y quizás lo ampliaríamos al teatro. Estamos abiertos a las transformaciones y la modernidad que da pero a mí siempre me gusta remarcar que el programa de la temporada es, sobre todo, un catálogo de conciertos. Nosotros hacemos hincapié sobre todo en la música coral, clásica y contemporánea: somos música, antes que cualquier cosa.
 
AV: Palau 360º quiere restablecer el relato que quizás se había difuminado años atrás y marcar un rumbo claro?
YO: Sí, es así y, además, creemos que a través de una serie de conciertos y actividades podemos alcanzar unos objetivos claros. En definitiva, hay que ver qué compromisos podemos asumir, por lo que decidimos hacer un ejercicio que en principio debía ser interno, pero que finalmente ha quedado plasmado en el libro de temporada.
 
AV: Es curioso porque la excelencia no la han puesto, la dan ya por sentada?
JO: Sí, supongo que de manera inconsciente, sí. Más allá de la excelencia, hay que ver cuáles son los compromisos. Existe la vertiente internacional, la cohesión social, el origen del canto coral, crecer yendo más allá de la música, ser creativos, personalizar el discurso artístico, respetar el patrimonio y todo en un marco de catalanidad.
 
AV: ¿Qué lugar tiene el crecimiento personal de los hombres y las mujeres en el Palau? En el marco del 360º, en “cohesionar la sociedad” (hablamos de Clavé XXI, Apropa Cultura, Tándem con la escuela Pere Vila, proyectos participativos, medio ambiente) y “crecer” (“L’hivernacle”, conciertos familiares y Las Escuelas en el Palau)?
JO: Hay mucha gente que disfruta mucho más de la música si la entiende, mientras que otros prefieren ir a descubrir desde un punto de vista más virgen. Pero en general, cuando el público conoce el contexto, las modulaciones de la música, en qué tonalidad está y qué significa -por qué en algún momento la música es triste y en otro heroica-, la experiencia se multiplica. Para toda la gente que les gusta la música explicada creamos el “Hivernacle del Palau”, que es donde “el calor de las palabras ayuda a hacer crecer el amor por la música”, y no es nada más que crecer con el tu disfrute. Lo hacemos con charlas, itinerarios, conferencias, cursos, la bienal “Ciudad Abierta”, grabaciones, y por eso hemos creado caminos como “Lletraferits”, “Obertura”, “Origen”, “Cinemàtics”… y esto nos da personalidad.
 
AV: No se debería dar una vuelta más y hacer interactuar al público con los artistas y fomentar el encuentro de artistas de diferentes estéticas? Intentar romper esquemas, mezclar targets, no ser sólo un contenedor de saber sino un sujeto generador de reflexiones.
JO: Es un camino a explorar. De hecho, un año hicimos una mesa redonda entre los compositores que habían sido residentes del Palau y fue muy interesante ver el diálogo perfectamente cortés entre Héctor Parra y Bernat Vivancos, que responden a diferentes maneras de entender la música radicalmente diferentes. Es buena idea el hecho de introducir el elemento de confrontación, pero hasta ahora hemos priorizado más la explicación.
 
AV: Sí, porque también se puede confrontar un intérprete con un compositor, o el público con alguno de ellos … cosas que van más allá de la mera explicación.
JO: Es un espíritu positivo de construcción muy interesante. También podríamos confrontar Jordi Savall con un director como el Ros Marbà, o representantes del público enfrontants a Benet Casabancas.
 
AV: El Orfeón Catalán, la Escuela Coral y el Coro de Cámara del Palau siguen siendo el eje de la entidad. Ahora que ya ha estado aquí dos temporadas, ¿qué valoración haces de Simon Halsey?
JO: Muy positiva. Él ha aportado una visión muy diferente. Estamos muy contentos porque de directores de coros hay muchos mundialmente, pero no con tanta afinidad con la música coral amateur como él no tantos. Halsey siempre dice que cuando llega a los sitios quiere crear una escuela coral y un proyecto social, y aquí se lo ha encontrado hecho. Ha aportado dinámicas y metodologías diferentes, ha hecho interaccionar los coros y ha buscado proyectos donde los coros participaran juntos. Y es un personaje que cuando el comentas internacionalmente ya tienes el aval y la credibilidad ganada, algo que nos habría costado mucho más tiempo de conseguir. Nos ha permitido ir a los Proms, trabajar con el John Adams…
 
AV: Hay que trabajar más para la internacionalización?
JO: Ya hemos alcanzado un nivel, estamos sentados en mesas donde nos gusta estar sentados, pero es algo permanentemente viva el buscar la internacionalización. Quiere decir estar en contacto con otras salas, que nos tengan como referente, y en este sentido aún nos queda camino por recorrer. Para mí las dos salas más importantes de Europa serían el Concertgebow y la Musikverein y quisiéramos que el Palau fuera la tercera teniendo en cuenta la historia que tenemos detrás. Probablemente se nos asocia a arquitectura y modernismo y queremos que sea más a través de la música.
 
AV: El Palau conoce bien su público? Habría una información más cualitativa que cuantitativa en estos momentos?
JO: No tenemos público, tenemos “públicos” muy variados en función de propuestas y cada vez tenemos muchos más datos y conocemos más cosas, descubrimos su pluralidad.
 
AV: Pero a nivel de información cualitativa?
JO: Ciertamente, la información cuantitativa es mucho más presente que la cualitativa pero hemos descubierto datos interesantes: aparte de los abonados, la mayoría del público en el Palau lo hace 1,4 veces al año. Por lo tanto tenemos mucha gente que viene sólo una vez al año en el Palau. Esto fue hasta cierto punto una sorpresa que tiene una doble lectura: la negativa es que repiten poco, pero la positiva es que diversificamos público. Esto es un estímulo para pensar qué podemos hacer para que vengan más veces. El deber de conocer los públicos es un camino inalcanzable y las nuevas tecnologías ayudan mucho en este aspecto.
 
AV: Como vaticina las intervenciones que hará Miquel Barceló en el Palau? En qué línea ha hablado?
JO: El Palau quedará limpio y exactamente igual. A partir de aquí es cierto que estamos metidos en un proceso que está en construcción y no sabemos por donde irá la creación. Pero será algo efímero.
 
AV: Es importante que los artistas residentes consigan cierto consenso con el público? Glass, por ejemplo, ha dialogado con públicos de diferentes generaciones a través de su música.
JO: Sí, pero no es un aspecto excluyente. Por ejemplo, Josep Maria Guix no es tan transversal y nos lo creemos por su capacidad creadora. No es un requisito para ser residente tener unos amplios consensos con el público.
 
AV: Se siente muy constreñido el Palacio debido a ser una entidad con un% elevado de financiación privada?
JO: Debo decir que en comparación con el Auditori, aquí me siento más libre, en tanto que justamente por este financiación privada tenemos muchas más posibilidades. En cambio, en el Auditori gestionábamos dinero público, y eso me implicaba un reparto de la actividad que aquí en el Palau nos podemos plantear diferente. Allí había muchos encargos, mientras que el Palau podemos tener residentes o contratar artistas que son muy caros.
 
AV: Y claro, esto conlleva una cuestión moral, al fin y al cabo. Conduce también a no poder moverse mucho de los grandes nombres y de cierto conservadurismo, y que no haya tanta proactividad en el terreno contemporáneo?
JO: Depende de lo que entendamos por conservador. Desde el punto de vista del planteamiento de programación, el Palacio tiene unas prioridades marcadas en relación al canto coral, que es lo que nos marca el camino.
 
AV: Barcelona Obertura Spring Festival es una gran iniciativa. ¿Cuál será la intervención del Palau, es difícil ponerse de acuerdo con el resto de directores artísticos?
JO: Yo lo veo como un proyecto a largo plazo. El festival es la guinda del pastel, el punto culminante de un camino con el objetivo es situar Barcelona en el mapa concertístico a nivel europeo. Ha sido fácil entenderse con los demás equipamientos y yo creo que sí conseguiremos posicionarla. En realidad es el único festival de música clásica en Barcelona -hay el Primavera Sound, el Sónar, el de Jazz- y estas dos semanas deben ser el “momentum”, el punto álgido y único. Hay que sembrar y pensar que las cosas no cambian de un día para otro.
 
AV: Reivindicas tú también que, como decía Víctor Medem, Barcelona no es provinciana (recordemos que sólo Viena tiene dos centros en el ECHO)?
JO: Yo defiendo que en Barcelona pasan cosas interesantes, pero no me conformo. Tenemos que ir a más y hay espacio para recorrer. Aunque no es Viena, Londres o París. Yo sí pienso que una persona que vive en Barcelona tiene una gran oferta.
 
AV: La música tiene un poder transformador. Crees que más que las otras artes, por ser la más inmaterial y la manifestación de la Wille de Schopenhauer?
JO: Yo creo que sí, la música es un lenguaje no directamente representativo que va directamente a las emociones. No necesita lenguajes intermedios como la palabra en la literatura o el lienzo en la plástica. Pero no tiene un mensaje, te sientes conmovido directamente por la obra de arte, por eso algunos autores lo habían menospreciado, como Kant, por ejemplo, que la consideraba un arte decorativo, porque es agradable pero no aporta un contenido illustrado de liberación. Pero es curioso que a los veinte y pocos años, E.T.A. Hofmann defiende todo lo contrario, porque se contrapone el Romanticismo a la Ilustración, como ocurre con Schopenhauer. Me da la impresión de que en el siglo XX y XXI hemos vuelto a la categoría ilustrada, ver la música no como el que la Escuela de Frankfurt vería como instrumento de liberación. Puede verse menos claro porque no está aportando un contenido de contraalienació como Marcuse proponía a su dimensión estética; con la música es más difícil.
 
AV: Claro, en la música programática el referente es el texto.
YO: Kant pensaba que la música con texto era superior a la instrumental. Esto por mi óptica y por una óptica más romántica es un choque radical.
 
AV: Algo como Eduard Hanslick ….
JO: Sí, que pensaba que la música era sólo un conjuntos de elementos musicales que no tenían metasignificado. Decía lo de “el peor de los textos se convierte en arte sublime con una buena música, mientras que el mejor texto es insoportable si la música es mala”. Por lo tanto, la música tiene un efecto dominante sobre las otras artes.
 
AV: Esta temporada viene cargada de grandes nombres: Fleming, Gardiner, Flórez, Hengelbrock, Bartoli, Perianes, Trifonov, Gergiev, Noseda … son ellos los que sitúan el Palau en el panorama internacional o es también para la relación con otras salas de conciertos?
JO: Todo suma. Es evidente que nos enorgullece tener estos artistas y que cierto público se siente muy cercano y orgulloso y genera un respeto fuera. Es tan importante llevar artistas como hacer obras nuevas.
 
AV: Dudamel y Mahler, Goerne y Schubert. Proyectos que hacen caja, o proyectos que hacen Palau?
JO: Lo importante es que haya un mix equilibrado, porque con las orquestas siempre se pierde pero con estos nombres es más fácil. Es una mezcla de creerse el proyecto y mirar por la financiación. Pero hemos dicho que no a proyectos que podrían haber sido rentables para que no nos encajaban artísticamente.
 
AV: Aparte, compromiso con las orquestas catalanas: OCM, OSV, Liceu, BCN216 … Es una cuestión irrenunciable? Es marketing o convicción en hacer crecer el país?
JO: El Palau tiene un compromiso clarísimo con la música catalana, más allá de la internacionalización. Defendemos los conciertos de copla, los coros, y los músicos catalanes deben sentirse como en casa en el Palau y que estas orquestas vengan regularmente el Palau es irrenunciable.
 
AV: ¿Qué te gustaría programar si tuvieras una varita mágica?
YO: Ostras … (ríe). Este año nos aproximamos a una de estas cosas, con un ciclo de sinfonías de Mahler con grandes orquestas -aunque la octava no se puede hacer aquí en el Palau por un tema de espacio-, ciclos sinfónicos como los de Bruckner con Daniel Barenboim , un ciclo de óperas de Strauss en versión concierto –Salome, Elektra, El caballero de la rosa-, pero quizás no es esta la casa a quien le toca hacerlo; hacer Wagner también en versión concierto -hablo de Parsifal, Die Walküre– con grandes nombres y grandes voces, pero también otro proyecto que me gustaría mucho hacer son las 15 sinfonías de Shostakovich en una temporada, complementado con los cuartetos de cuerda. Pero también me gustaría hacer, por la realidad de la casa, grandes encargos a compositores catalanes e internacionales de música sinfónico-coral y hacer cada mes un estreno. Esto es una carta a los Reyes, estoy soñando…
 
AV: Pero, en definitiva, eso es lo que nos hace avanzar.

Fotos portada: Joan Oller
Foto 1, 3: Joan Oller
Foto 2, 4: Programa de temporada (portada y detalle)

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