Critica

Kent Nagano nos hace viajar a París con la OBC

21-02-2019

La primavera de 1913 fue un momento rompedor a nivel musical, no exento de escándalos por parte de los dos focos de atención de la Philosophie der neuen Musik adorniana.

Por un lado, el 31 de marzo se interrumpió un concierto en la Musikverein de Viena que dirigía Schönberg con obras suyas, de Berg, Webern, Zemlinski y Mahler, conocido como el Skandalkonzert. El otro hecho fue la première en París de Le sacre du printemps de Stravinski el 29 de mayo de 1913 en el Teatro de los Campos Elíseos con coreografía de Vátslav Nijisky. El público de esa noche estaba dividido entre los tradicionalistas disfrazados de esnobs, que esperaban un ballet lleno de belleza, y los “bohemios” que, por el hecho de serlo, aplaudían todo signo de modernidad. El conflicto llegó cuando se mezclaron los dos grupos. Le Figaro describía la obra como “una laboriosa y pueril barbaridad”: la experimentación con la tonalidad, la tensión consonancia-disonancia y, especialmente, las innovaciones en la métrica y el ritmo tienen, aún hoy, mucha parte del público sorprendida.

Pero Nijisky no estrenó sólo el ballet de Stravinski aquel mayo a des Champs-Élysées, sino que se le había girado trabajo con Jeux, de Debussy, estrenado el día 15. La música es efectista, colorista, con el juego de atmósferas característico de Debussy. Es una de las obras con más magia del compositor francés, y también de escritura más rigurosa, ya que todo deriva de un motivo inicial: tres notas de una gama ascendente seguidas de un intervalo descendente de tercera.

El director estadounidense Kent Nagano, que cautivó centroeuropa como titular en la Staatsoper de Munich, ahora es director de la Orquesta de Montreal y de la Ópera de Hamburgo. Dirigirá, el fin de semana del 9 de marzo en L’Auditori, los dos ballets de 1913, el impresionista (Debussy) y el vanguardista (Stravinski), además de un invitado de lujo como el pianista Jean-Yves Thibaudet .

Thibaudet tocará el Concierto para piano y orquesta núm. 5 en Fa mayor, “Egipcio”, de uno de sus compositores favoritos, su compatriota Camille Saint-Saëns. Escrito en 1896 para celebrar el cincuenta aniversario del debut del compositor en la Salle Pleyel de París, el apodo se explica porque fue compuesto en Luxor en una de sus frecuentes vacaciones en Egipto que le inspiraron aires orientales por una pieza narrativa con tonalidades y modos sonoros poco habituales y empapados de exotismo. Una página fantástica para sellar un concierto programático vistoso, colorista y lleno de contrastes, pero con París como epicentro.

Foto: Nagaro

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