Òpera

La Butterfly torna al Liceu

15-01-2019

El día 13 de enero el Gran Teatre del Liceu ofreció la segunda representación de Madama Butterfly con el que debería ser el segundo reparto vocal. Tanto la soprano Ainhoa Arteta como el tenor Rame Lahaj se encontraban indispuestos, lo que hizo aparecer en escena la soprano italiana Maria Teresa Leva y el tenor canario Jorge de León, un dúo que resultó de lo más exitoso.

El Gran Teatre del Liceu comenzó el año con la reposición de la coproducción de una de las óperas más conocidas del repertorio italiano, firmada por Moshe Leiser y Patrice Caurier y estrenada en 2006 en el teatro del Liceu, Madama Butterfly. La ópera, representada infinidad de veces en Barcelona, vuelve con una producción representada hasta tres veces en Barcelona para ofrecer una sola novedad, el debut de dos sopranos en el rol de Cio-Cio-San, Lianna Haroutounian, quien debutó el día del estreno en el rol protagonista, y Ainhoa Arteta, que por motivos de salud no llegó al escenario; en su lugar se estrenó la soprano italiana Maria Teresa Leva, que debutó a la vez en el rol protagonista y el teatro del Liceu.
 
La producción de Leiser y Caurier es sencilla y elegante, haciendo uso de los elementos de la cultura nipona que más atraen a los occidentales: estancias cuadradas con los mínimos detalles, aberturas horizontales, paisajes de árboles frutales y bahías tranquilas, y un largo etcétera. Quizá tendríamos que reciclar nuestro punto de vista occidental a la hora de representar algo que fue pensado como un falso souvenir, una ópera que pretende representar algo exótico, extraño y por tanto, interesante y atractivo al ojo del hombre blanco. A pesar de la obvia belleza de la escena, la producción no propone ningún tipo de reflexión que vaya más allá de lo estético, del disfrute visual.
 
Las primeras notas de la apertura de la ópera brotaron de manera impecable y delicada desde el foso, interpretadas por una fantástica sección de violines y más tarde por la orquesta entera, que esta vez se colocó bajo la batuta del director italiano Giampaolo Bisanti. Bisanti hizo un gran trabajo de dinámicas con la orquesta, que hizo gala de un sonido potente y pulido, creando un juego de tensiones que acompañó a los personajes a lo largo de la función.

Jorge de León, el tenor canario que interpretó el rol de Benjamin Franklin Pinkerton, apareció en escena acompañado de un maravilloso cónsul Sharpless interpretado por Gabriel Bermúdez, que a pesar de la timidez inicial, hizo una gran interpretación vocal y actoral. León llevaba claramente encima la carrerilla del día anterior y interpretó maravillosamente al militar estadounidense, presumiendo de timbre y colocando cada nota en su sitio sin mucho esfuerzo.
 
Entonces fue el turno de María Teresa Leva, que apareció en escena de manera desenvuelta y tranquila, no tanto como una geisha sino como una italiana que debuta en escena. Cuando fue el turno del dúo de amor entre Butterfly y Pinkerton “Vieni, amor mio” ambos hicieron lucimiento de un timbre que, a pesar de la sorpresa inicial y el cambio de reparto, resultó de lo más exitoso en confluencia con el otro.
Más tarde fue el turno de la famosísima aria “Un bel dì vedremo”, entonada con gracia porLeva, que se encaró a uno de los hit parade de la ópera y salió exitosa, logrando un aplauso bien agitado del público.
 
La camarera Suzuki, interpretada por la mezzo-soprano lituana Justina Gringytė, dejó boquiabierto al público del Liceu con una voz de gran soltura y dramatismo que hizo su gran exhibición en el aria “come una mosca prigionera” y que, junto con María Teresa Leva, dibujó una atmósfera bellísima en “scuoti quella fronda”, llamado “dúo de las flores”.
 
El argumento se fue desplegando hasta el sórdido momento del suicidio de la protagonista, que algunos se han atrevido a tachar de tragedia feminista – válgame dios -; un suicidio de lo más cinematográfico, con los elementos habituales: cerezo, bandera americana y el niño jugando en el fondo de la escena. Cio-Cio-San, tras entonar “con onor muore” con una franqueza y espontaneidad que se fueron desplegando a lo largo de la función, clausuró la función con seguridad y firmeza, a pesar del tímido titubeo inicial.
 
El coro, dirigido por Conxita Garcia, hizo gala de un vestuario fantástico diseñado por Agostino Cabalga y sobrevivió con éxito las dificultades de la ópera de Puccini, que cuenta con un corazón “a boca cerrada” y momentos en los que el corazón se encuentra detrás del escenario, momentos en que Bisanti hizo uno de los grandes esfuerzos de la velada. El casamentero Goro fue interpretado de manera magnífica por Moisés Marín, el Príncipe Yamadori apareció en escena gracias a Isaac Galán, que a pesar de la corta intervención, se hizo valer; el tío Bonzo aportó gran dramatismo a la escena familiar de la mano de Felipe Bou, y Kate Pinkerton fue interpretada por Mercedes Gancedo, ganadora del premio “el Primer Palau” en 2017.

Fotos: Gran Teatre del Liceu. 

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