Cámara

Louise Farrenc, una mujer entre hombres en el Conservatorio de París

La historia de la clásica escrita por mujeres IV

01-10-2020

El 31 de mayo de 1804, la ciudad de París dio a luz a Louise Farrenc (née Jeanne-Louise Dumont), una compositora única de su tiempo que recordamos hoy en esta cuarta parte del ciclo La historia de la clásica escrita por mujeres.

Louise Farrenc

Después de tres artículos dedicados a religiosas, Farrenc se alza como la primera compositora ajena a la jerarquía eclesiástica que formó parte de este remarcable conjunto de grandes compositoras de la historia que venimos explicando. Nacida en el seno de una familia con una larga tradición como artistas reales el año en que Napoleón se coronó emperador, Louise Farrenc tuvo la oportunidad de cultivar sus dotes artísticas desde una tierna edad: esto se debió principalmente a que sus padres formaban parte de un ambiente bohemio que percibía favorablemente el hecho de que las mujeres exploraran sus habilidades artísticas. Fue así, pues, como —en una época en que éstas estaban lejos de disfrutar de los mismos derechos que los hombres— una capacidad especial para la música afloró en la pequeña de la familia Dumont, que comenzó a estudiar piano a los seis años con Cecile Soria, discípula de Muzio Clementi.

Sinfonía n. 3 en Sol menor de Louise Farrenc

Sus obras le valieron la aprobación de la crítica, siendo Schumann y Berlioz algunos de sus grandes admiradores

Cuando la vocación musical de Louise fue indudable y empezó a mostrar talento para la composición, sus padres la dejaron estudiar en el Conservatorio de París, donde ganó una plaza a los quince años en 1819, tras haber estudiado bajo el maestría de Moscheles y Hummel. Como las clases de Anton Reicha —profesor de composición del conservatorio— estaban abiertas sólo a hombres (las mujeres sólo se pudieron inscribir a partir de 1870), se desconoce si Farrenc llevó a cabo sus lecciones en el mismo edificio. En 1820, la joven compositora se inició en una década de composición únicamente de obras para piano, convirtiéndose rápidamente en una magnífica intérprete: sus obras le valieron la aprobación de la crítica, siendo Schumann y Berlioz algunos de sus grandes admiradores. Farrenc se casó con Aristide Farrenc, un flautista también estudiante del conservatorio, en 1821, momento en que abandonó temporalmente sus estudios para acompañar a su marido en una gira de conciertos por toda Francia.

La música de cámara que escribió fue la que le dio más reconocimiento a lo largo de su vida

La vocación de intérprete de Aristide Farrenc pronto se esfumó: al abrir un negocio de publicaciones en París bajo el nombre de Éditions Farrenc, Louise pudo retomar sus estudios con Reicha, que sólo se vieron de nuevo interrumpidos cuando dio a luz a una hija en 1826. A partir de la década de los 30, Farrenc por fin se atrevió a componer para conjuntos instrumentales más grandes: la música de cámara que escribió fue la que le dio más reconocimiento a lo largo de su vida. Entre su producción camerística encontramos dos quintetos de piano, cuatro tríos y un noneto.

Primer movimiento del Sexteto para piano y vientos, Op. 40 de Louise Farrenc

Louise Farrenc se convirtió en la segunda profesora de la historia del Conservatorio de París

La creciente fama de la compositora jugó un papel importante en el ofrecimiento que le hizo el Conservatorio de París en 1842: una plaza como profesora de piano en el centro. Hasta la fecha, tan sólo una fundadora había dado clases en la prestigiosa institución europea entre los años 1795 y 1797; Louise Farrenc se convirtió en la segunda profesora de la historia del Conservatorio de París. Durante los treinta años que ocupó la plaza, a Louise Farrenc no le fue permitido impartir clases de composición y su sueldo como profesora de piano empezó siendo inferior al que percibían sus compañeros hombres a pesar del éxito de sus enseñanzas —muchos de sus estudiantes se graduaban con el Premier Prix. No fue hasta el triunfante estreno de su noneto a cargo del violinista Joseph Joachim —entonces un joven de 19 años— cuando Farrenc consiguió la igualdad de salario que había exigido durante una década.

Quinteto para piano n. 1, Op. 30 de Louise Farrenc

Farrenc se convirtió en una académica pionera y precursora del renacimiento musical francés

Además de obras para piano y música de cámara, Louise Farrenc compuso tres sinfonías, dos oberturas y numerosas obras vocales y corales. Sin embargo, nunca cultivó el género operístico, el más prolífico en la Francia de su tiempo: es posible que el hecho de ser una mujer le impidiera lograr un libreto para musicar. Louise Farrenc fue también la editora de Le Trésor des Pianistes, una importante colección de piezas para piano desde el siglo XVI hasta la mitad del siglo XIX —incluyendo obras de C.P.E. Bach, Purcell y Beethoven— junto con notas biográficas de los compositores y explicaciones para una correcta ejecución. Con esta obra de investigación, Farrenc se convirtió en una académica pionera y precursora del renacimiento musical francés.

Quinteto para piano n. 2, Op. 31 de Louise Farrenc

El carácter modesto e incluso tímido de Louise Farrenc hubiera condenado su obra a un silencio perpetuo de no haber sido porque su marido, consciente del talento de Louise, la animó constantemente a componer y a publicar su obra: una figura de apoyo como la de Aristide podría pasar desapercibida o, incluso, ser menospreciada. Es importante, sin embargo, tener en cuenta que las posibilidades de que una mujer tuviera éxito con una carrera compositiva eran realmente pocas: lo podemos ver reflejado en la figura de Clara Schumann, una compositora absorbida por la falta de tiempo debido a la inmensidad de dedicación que requerían las tareas domésticas que ella sola tenía que asumir y que tampoco contaba con una figura que le apoyara en su faceta compositiva. Farrenc, sin embargo, consiguió sacar adelante una carrera en el mundo de la música que, si bien no ausente de dificultades, estuvo marcada por el reconocimiento general de sus contemporáneos.

Louise Farrenc murió en 1875, dejando como legado 49 obras con número de Opus y más de una decena sin clasificar. Detrás de su éxito están el trabajo y la dedicación que dieron frutos gracias a su fe en su propio talento y la voluntad de estar constantemente cultivándolo.

Estudio en Fa sostenido menor, Op. 26 n. 10 de Louise Farrenc

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Loles Raventós García-Amorena
Loles Raventós García-Amorena
Redactora
@LolesRaventos