Coral

Mercedes Gancedo y Beatriz González Miralles, en el Festival LIFE Victoria: innovación terapéutica

22-10-2017

El Festival LIFE Victoria ha presentado en concierto en la soprano Mercedes Gancedo y la pianista Beatriz González Miralles en un formato inédito: un recital aperitivo en la Galeria Carles Taché. Podemos decir que se han roto moldes: ha sido un concierto que no se ha hecho en ningún auditorio, ni teatro, ni iglesia. Tampoco el horario (mediodía del sábado) era el habitual. Y, a pesar de todo ello, podemos afirmar que ha sido un verdadero éxito.

 

¿Cuáles han sido las claves para triunfar con una fórmula tan atípica?

En primer lugar, la galería de arte contemporáneo Carles Taché, donde actualmente se puede ver una exposición de obras de Michael Joo, ha permitido vivir una gran comunión entre música, pintura, escultura y arquitectura. Si de entrada pensábamos que el ambiente (paredes blancas, suelo de cemento) provocaría un clima frío, sorprendentemente, a medida que ha comenzado el recital, hemos ido encontrando un equilibrio acústico y visual inesperado. El techo alto, con vigas de madera, ha permitido que tanto el piano como la voz se proyectaran a la perfección.

Pero, en segundo lugar, hemos encontrado una serie de elementos nada habituales en la música clásica y que, en nuestra opinión, han sido un acierto. La disposición del público, sentados en sillas alrededor de mesas con un buen aperitivo, añadía novedad y expectación. El horario -mediodía- permitía inundar de sol la sala, gracias a unas ventanas ubicadas en una parte del techo. Y las intérpretes se han sumado a este ambiente innovador cambiando el vestuario según les pedía el programa.

Musicalmente, podemos decir que el programa ha sido realmente ameno. El concierto se ha iniciado con piezas del compositor argentino Guastavino, interpretadas con gran nostalgia y sentimiento, para continuar con una serie de canciones populares de Ginastera donde podíamos oír danzas rápidas y también lentas y melancólicas, así como una canción de cuna. Después, las artistas han abordado un grupo de autores franceses: Fauré y Debussy. Han sido piezas de ensueño, con una gran sensibilidad y unas melodías hipnóticas.

Pero ha sido con Bernstein, con “I hate music” y “Four recipes”, cuando hemos dejado de soñar y hemos tocado pies en el suelo. Mercedes y Beatriz se han presentado con la estética de dos niñas, con lazos rosas en el cabello, un balón para jugar y diferentes atrezzos. ¡Qué divertido ha sido! ¡Qué cambio de clima! ¡Qué versatilidad! Se han entregado de una forma natural, nada ortopédica ni prefabricada. El resultado ha sido una actuación escénica despreocupada, simpática y espectacular en el pleno sentido de la palabra.

Hay que añadir que la dicción, tanto del francés como del inglés, ha sido fantástica y la calidad técnica, expresiva y comunicativa, tanto del instrumento como vocal, ha rozado la excelencia. Desde el primer minuto, cantante y pianista han formado un tándem donde destacaba su sintonía.

Para redondear el día, nos han regalado dos bises: una pieza de Tchaikovsky (Nur Wer die Sehnsucht Kennt) y una de las canciones negras de Montsalvatge (Canto negro). Ha sido el cierre perfecto para un concierto innovador pero, sobre todo -y esto es algo de agradecer estos días-, realmente terapéutico.

Fotos cedidas por LIFE Victoria. Crédito: Guillem Gandol
 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *