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Romanticismo intenso de la mano de Takács-Nagy

03-02-2020

El último concierto de la temporada de la Orquesta Sinfónica Camera Musicae en el Palau de la Música se ha sumado a las celebraciones del año Beethoven. Bajo la dirección del húngaro Gábor Takács-Nagy, la orquesta interpretó la Sinfonía Pastoral y el Concierto para piano núm. 1 de Tchaikovsky, con el jovencísimo Daniel Kharitonov como solista. Un repertorio romántico que dio un resultado bastante satisfactorio.
 
Gábor Takács-Nagy no es tan solo director, sino que previamente fue uno de los fundadores del Cuarteto Takács, del que fue primer violín durante diecisiete años. Al frente de la OCM se mostró como un músico enérgico y empático, con la orquesta y con el público. La lectura que hizo del repertorio romántico desprendía pasión y calidez, arrebato e intensidad. Supo encontrar el punto justo para dos obras muy diferentes, el concierto de Tchaikovsky, de 1874, una pieza arrebatada y ansiosa; la sinfonía de Beethoven, de 1808, lírica y apolínea.
 
Daniel Kharitonov es un pianista ruso de sólo 21 años, que exhibió un arrebato interpretativo bastante notable. Si bien Takács-Nagy infundió una velocidad más bien contenida para dar solemnidad al concierto, cuando arrancó la parte solista, Kharitonov aceleró un poco el ritmo, movido por una energía desbordante. El pianista ruso parecía un niño juguetón con toda la atención centrada en aquella música, que se notaba como le corría por las venas. La pasión desbordada de Kharitonov contrastó con la contención expresiva de la orquesta. Sin duda, Kharitonov es un pianista técnicamente muy sólido, que sobresalió en los movimientos rápidos, pero todavía le faltan algunos años de vuelo para que su estilo se asiente y reponga, y se convierta en un artista que sepa dosificar con control el arrebato y el lirismo. El movimiento central, un Andantino semplice, quedó un poco desdibujado, precisamente porque a Kharitonov le costaba mantener un ritmo lento y pausado, haciéndolo sonar con la misma plenitud que los Allegro inicial y final.
 
En la segunda parte llegaba la ración correspondiente del año Beethoven, con su celebrada sexta sinfonía, Pastoral. Antes de empezar, Takacs-Nagy dirigió unas palabras al público y explicó las circunstancias en que Beethoven había compuesto aquella pieza, sólo cinco años después de un intento de suicidio.
 
La Orquesta Camera Musicae hizo un gran esfuerzo para una partitura que requiere una gran capacidad de evocación. Pero la batuta experta de Gábor Takács-Nagy no consiguió del todo transmitir las emociones, el lirismo y el vuelo inherentes a esta sinfonía tan pictórica. En el Andante con moto el viento sonó demasiado desligado de la cuerda, y en el Allegro central la cuerda no sonó con bastante intensidad. Fue una interpretación correcta, pero no extraordinaria. Lo que sí fue extraordinario fue la dedicación del maestro Tákacs-Nagy en nuestro país, ya que, terminado el programa, dirigió El cant dels ocells en una sentida interpretación por parte de la Orquesta Sinfónica Camera Musicae y su primer violonchelo como solista.

Foto: Gábor Takács-Nagy


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