El
Concurso Viñas 2018 se recordará por presentar una final absolutamente diferente a los años anteriores. Si en las ediciones más recientes veíamos una auténtica batalla entre finalistas coreanos y rusos, esta vez la mayoría de cantantes han tenido origen mediterráneo y latino, con tres participantes de nacionalidad española (la catalana
Serena Sáenz, la madrileña
Inés Ballesteros y la misma
Leonor Bonilla); dos italianos (serían tres, si incluimos al ganador De Tommaso por su ascendencia paterna); dos latinoamericanos y una francesa. En cambio, la tradicionalmente abrumadora representación coreana se quedaba en solo dos nombres (el contratenor
Jungkown Jang y el contratenor
Sehoon Moon), mientras la escuela rusa, con un único finalista (el bajo
Pavel Chervinsky), se fue de vacío en el
reparto de premios.
El Viñas 2018 también ha marcado un interesante cambio en el tipo de voces seleccionadas para la final. Mientras en otras ediciones la mayoría de cantantes masculinos eran barítonos o bajos, en esta ocasión ha habido hasta cinco finalistas tenores, todos ellos de características absolutamente distintas, desde la buena presencia escénica del neozelandés
Jonathan Abernethy hasta la voluntad demostrada por el mexicano
Galeano Salas en el aria de
La fille du régimént “
Ah, mes amis”, quizás recordando a su paisano Javier Camarena, ganador del concurso Viñas en 2005. Y, para rematar la rareza de esta edición del Viñas, se colaron en la final dos contratenores: el venezolano
Rodrigo Sosa dal Pozzo y el coreano
Jungkwon Jang.
La casualidad quiso que los tres mejores cantantes masculinos actuaran de forma consecutiva en el tramo final de la prueba. Abrió la serie el propio Jungkwon Jang, que dejó boquiabierto al público interpretando a Schubert y a Händel. Siguió el tenor
Sehoon Moon, que ya fue finalista en la edición 2017 del Viñas, en la que logró una beca para jóvenes cantantes. Moon demostró que ha aprovechado muy bien este año de estudios y exhibió una voz preciosa y una aceptable capacidad expresiva –un talento difícil de encontrar entre los coreanos-. Los espectadores respondieron con una impresionante ovación y votándole masivamente como el favorito de la final.
Sin embargo, fue el último participante,
Freddie de Tommaso, quien supo convencer al jurado con un despliegue de potencia y proyección de la voz con sendas arias de Gounod y Verdi. De Tommaso es un
joven talento de la Royal Academy of Music de Londres y ya ha debutado en la Royal Opera House, cantando Wagner y Puccini. Su visita a Barcelona le ha valido llevarse el primer premio del Viñas, el premio al mejor tenor finalista y el premio a la mejor interpretación de Verdi.
En el ámbito femenino, no vimos la interesante variedad que sí presentaron las voces masculinas, dado que casi todas las finalistas eran sopranos ligeras, con características muy parecidas.
Aquí la batalla la presentaron Serena Sáenz y Leonor Bonilla, que seleccionaron la misma pieza (
Me llaman la primorosa, de la zarzuela
El barbero de Sevilla) para disputar el premio de zarzuela. Se impuso la experiencia de Bonilla, que ya ha debutado en teatros importantes de España e Italia,
incluido el Liceu; pero la juventud de Serena Sáenz causó una gratísima impresión y el jurado la recompensó con cuatro premios, entre los que destacan el de mejor intérprete de Mozart.
Habrá que ver si estas nuevas tendencias en el concurso tienen continuidad en las ediciones futuras. Es un buen síntoma que en una convocatoria internacional del nivel del Viñas crezca el número de finalistas locales. Además, el concurso puede ser, como ya saben
Sara Blanch y
Carles Pachón, ganadores en ediciones anteriores, una gran plataforma de lanzamiento para jóvenes valores. Y, para el público, también es muy estimulante la posibilidad de descubrir y comparar tipos de voces muy distintas, desde cantantes
spinto como el ganador De Tommaso hasta contratenores hechos para la ópera barroca, como Jungkwon Jang.
Faltó poder dar el premio al mejor intérprete de Wagner, un galardón que la organización tampoco ha otorgado este año, pese a que (¡cosa inaudita!) el compositor alemán ha aparecido más veces en el repertorio de los finalistas que el tradicional favorito: Verdi. El Liceu aplaudió con ganas a todos los participantes que se atrevieron a ello, pero ninguno de ellos obtuvo premio y, por tanto, no actuarán en el
concierto final con la Orquesta del Gran Teatre el domingo 21, donde sí estarán el resto de ganadores.
Fotos de A. Bofill cedidas por el Gran Teatre del Liceu.