Coral

Xavier Gelabert, el artesano

Joan Bagés nos descubre al compositor manacorí

19-09-2020

Estamos de enhorabuena. La discográfica mallorquina Cas Music acaba de publicar un nuevo trabajo discográfico, 00.XG, del compositor manacorí Xavier Gelabert (1976). Tenéis entre las manos un disco mayor de la música de creación actual. El amigo Xavier Gelabert, desde este pequeño rincón del mundo del sur del Mediterráneo que es Manacor (Islas Baleares), nos envía un mensaje sonoro potente, actual, directo, sincero y maduro de un compositor prolífico, constante y que domina el oficio artesano de esculpir el tiempo y el espacio sonoro. No es en vano que me gusta definir a Xavier como un artesano de la creación, ya que sus partituras emanan un profundo conocimiento del oficio de músico. Sabe que la música se trabaja, y al mismo tiempo, él la vive con pasión desenfrenada. Siempre abierto a seguir aprendiendo cosas, como aquellos grandes maestros humildes que saben que todavía está todo por hacer… hasta el último día. Y así, día a día, sonido a sonido, en algún punto intermedio entre la voluntad tenaz del artesano y la aparente ligereza de la rutina diaria, Xavier acabará batiendo una obra monumental. Las tres obras que contiene este disco, y otras obras no incluidas como La Voz de las Gárgolas, dan testimonio.

La música de Xavier duerme en Manacor pero vive en el mundo.

Xavier Gelabert es un hombre de trato fácil y nada complicado, persona abierta como pocas. Esta actitud vital se refleja en su música, pero atención, no es música ligera, sino con una profundidad que deja poso. Seguramente, esta combinación de carácter mediterráneo y la búsqueda del mensaje justo y esencial es un rasgo característico de muchos grandes creadores de nuestra área geográfica y cultural. Porque Gelabert es consciente de su contexto geográfico y cultural. Un contexto con grandes tradiciones culturales e históricas que son patrimonio de la humanidad pero, al mismo tiempo, él es consciente de vivir en un contexto cercano que no resulta nada fácil ni amable con la creación musical actual. Sabe que la creación es su destino y su medio vital y por eso él no queda a la espera de encargos pomposos, caprichosos y mercantiles para activar la imaginación. Pues Xavier es también un artista y toma su responsabilidad entre sus manos para acompañarla. Como buen isleño sabe que hay que llenar el fardo de sus virtudes musicales y navegar lejos si es necesario. Porque la música de Xavier duerme en Manacor pero vive en el mundo.

Carátula del disco 00.XG

Xavier es agradecido a la vida y a lo que su tierra le proporciona, o al menos eso es lo que emana su corporeidad. Sabe extraer lo mejor de su contexto más inmediato, se adapta, labra la tierra musicalmente y lo devuelve con creces a su sociedad con genialidad hecha música. Él ha participado en la creación de proyectos musicales corales diversos y al mismo tiempo ha acompañado intercambios entre creadores de todo impulsando proyectos colectivos dentro y fuera de las instituciones. Escribe música para los suyos; por sus músicos, por sus conciudadanos. Como el panadero que hace el mejor pan posible para alimentar a sus vecinos, Xavier también sabe hacer música de proximidad, siempre atento a las necesidades de su sociedad. Una pieza de órgano hoy, una misa mañana, una obra de orquesta para el próximo mes, una pieza coral para celebración o festejo local, etc… y como quien no quiere, acaba haciendo la revolución con un lenguaje que no hace concesiones pero que tiene el don de amar al otro haciéndole la música asequible pero a la vez sugerente, comprensible y bella. Y esto se llama oficio.

Digámoslo claro, Xavier hace territorio, hace identidad, cultiva la cultura desde abajo, sin discursos partidistas o grandilocuentes. Xavier trabaja. Trabaja para quien quiere escucharlo, tenga el bagaje musical que tenga. En su música siempre hay varias capas de escucha y significación, algún punto de anclaje que no deja atrás a nadie. Es una música que a pesar de contener mensajes contundentes no se impone al auditor. Es una música que acompaña. Y eso ya es una actitud vital.

Seguramente, su bagaje en el mundo del teatro lo dota de una habilidad especial para comunicarse. Su música COMUNICA. Fijémonos en los títulos de las tres obras que contiene el disco: In blood we trustLa inescrutable voz de diosLa violación de Lucrecia. Tres títulos potentes, sugerentes y que nos abren la puerta a una escucha INTENSA.

Este es un disco cultivado con las mejores semillas intelectuales de la música contemporánea centro europea del siglo XX, pero también crece de la música sacra, litúrgica. Música que él ha recogido de una tierra regada con un humanismo militante seguramente deudor de su paso por La Capella de la Seu en Palma. La fe racional en el hombre y la fe en el poder del arte para darnos la alerta cuando sea necesario pero también para embriagarnos de belleza y de profundidad reflexiva. Xavier es una artista necesario.

Este disco es testigo de ello.

Reescuchando el disco no puedo dejar de pensar en la música de algunos grandes compositores que se encuentran incrustados en la cadena genética de Xavier, la música de un compositor próximo como Xavier Carbonell, y la música lejana geográficamente de Luigi Nono, entre otros nombres. Pero por favor, ¡escuchad el disco!

Primero de todo, preparaos un gin-tonic, disponeos de una buena butaca y daos tiempo. Llevaos ante un equipo de sonido con buenos altavoces y subid el volumen a todo trapo. Doy fe que el viaje sonoro será transformador. Este viaje lleva una tripulación conocida y cercana de Xavier, Octoechos Choir. Un coro de poco más de un año de vida conformado por profesionales de la música de diferentes perfiles y dirigido por él mismo que nos regala música del siglo XX y XXI, capaz de defender la Missa Syllabica de Arvo Pärt y las propuestas musicales y sonoras de Gelabert. Pero lo más importante es que el oficio de Xavier sabe cómo puede sonar el coro, lo que le puede dar musicalmente y cómo hacer, como quien no quiere, disfrutar naturalmente la música entre los miembros del coro.

El disco se abre con un obra mixta de prácticamente 25 minutos: In blood we trust para coro y música electrónica. Un obra impactante en el mensaje, en el contenido y en el sonido. Recomiendo escuchar a un volumen considerable para apreciar y dejarse llevar por el sonido y el amplio espectro de la obra. El título hace referencia al lema nacional de Estados Unidos “In God We Trust”, pero en esta propuesta musical el lema es: “En la sangre confiamos”. Metáfora del sacrificio inhumano, de la destrucción, de la guerra y del terror causado e impuesto por las dictaduras y los fascismos globales del siglo XX, ya sean de izquierdas o de derechas. Toda una declaración de principios, pues en esta obra también tienen lugar personajes políticos actuales de dudosa humanidad. Es un toque de alerta del mundo actual. Xavier se apropia de textos, discursos e himnos de fascistas, dictadores y dictaduras para crear una musicalidad perturbadora y directa. La obra se abre con un fragmento del discurso pronunciado por José Antonio Primo de Rivera en el Teatro de la Comedia de Madrid el día 29 de octubre de 1933.

La música electrónica mixta nos rodea, nos captura y nos atrapa. Por momentos, música claustrofóbica, música que resuena dentro nuestro, una voz de la conciencia, una culpa colectiva. Una música electrónica que nos recuerda al uso que hace Luigi Nono, con este sonido grave, intencionadamente extraño, perturbador. Una música electrónica que toma una forma como espectral, que evoluciona sensitivamente en el tiempo. Pero como buen músico que es, Xavier sabe encontrar los puntos formales necesarios para que el auditor no desconecte, respire y reflexione. El material electrónico recorre toda la obra, cercano a la música “noise”, a la electrónica “underground” y la música de masas sonoras para síntesis electrónica. Nos evoca las texturas orquestales del recientemente compositor traspasado Krzysztof Penderecki o la fuerza de la música electrónica del gran Francsico Lopez. Si bien la obra nos impacta y nos toca visceralmente hay que recordar que Xavier trabaja por capas de significación y esto nos lleva a no dejar escapar la parte conceptual de la obra y que nos remite a la búsqueda de un significado explícito. Es precisamente en la sección áurea de la obra que Xavier nos suelta el mensaje, un conjunto de himnos de dictaduras y de fascismos tejen una sección que nos hace pensar inevitablemente en una gran obra del siglo XX, la obra electroacústica Hymnen de Karlheinz Stockhausen.

Xavier conoce perfectamente el poder del sonido que brota de la voz humana y en este disco hace un uso extenso, la voz aparece en el coro pero también aparece en la parte electrónica creando un diálogo rico pero también perturbador y sugerente para comunicar lo que tiene que decirnos. En esta obra, como también hace L. Nono, fragmenta en ocasiones las palabras, el texto y las frases. Las multiplica, mezcla y crea texturas puntillistas que navegan entre la comprensión y la no comprensión del texto. En otras ocasiones deja fluir el texto en frases impactantes sobre el despropósito del mundo inhumano que quieren crear las dictaduras. Cabe destacar el uso de las consonantes exageradas al inicio de la obra, todo un trabajo magistral de amplificación sonora del sonido granular producido por la fragmentación del texto. La voz aparece como la voz o las voces de todos los perseguidos, en ocasiones es la voz de la imposibilidad de decir o describir el horror. ¿Sería esta la única música posible después de la extensión del ser humano? Una partitura despojada de música que nos recuerda a las partituras del joven compositor ruso Dmitri Kourliandski pero pasadas por el tamiz de un creador mediterráneo. Una música donde el músicos se encuentran abocados al vacío de una música imposible donde el músico parece aparentemente perder la voz. Tan es así que Xavier, en un determinado momento de la obra, propone al coro tocar la armónica fusionándose con la parte electrónica, su voz se disuelve en un gesto sonoro dramático y queda absorbida por lo absoluto.

Xavier gestiona magistralmente la forma y la expresión en esta obra que parte de unos materiales mínimos pero combinados de forma justa. Las voces del coro aparecen en diversos planos y formas: texturas puntillistas, frases en primer plano y frases en segundo plano produciendo una sensación de mensaje directo y mensajes subliminales. Un uso de la microfonía y la voz al servicio de la expresión y una mixtura con la parte electrónica perfecta creando un solo todo. Octoechos Choir muestra una paleta sonora rica con un control de técnicas de producción sonora basada en sonidos granulares, susurrados, ya la vez un dicción clara, nítida, y tranquila.

No en vano en esta obra Xavier nos muestra diversos planos sonoros con respecto al uso de la voz y el recitado. Los dictadores, llaman, imponen sonoramente sus discursos de forma histriónica, en cambio, el coro nos sugiere, nos habla al oído advirtiéndonos del mundo que construimos y que quizás una vez más estamos reproduciendo. Xavier una vez más con el texto explícito pero también con la música y el sonido hace pasado de nuevo el mensaje.

La segunda obra que propone el disco es La inescrutable voz de dios una obra sacra de escena para coro y música electrónica de casi 25 minutos. Una obra que sonoramente tiene algo cercano con la electrónica de la primera obra del disco: In blood we trust. Profundidad, sonidos reverberantes, espacios amplios y reflexivos de donde emanan líneas electrónicas, bandas de frecuencia que enriquecen el espectro sonoro y evolucionan en el tiempo produciendo sensaciones controladas y meticulosamente compuestas.

Para esta obra propongo escucharla también a un volumen considerable; pero en esta ocasión el cuerpo me pide estar de pie, derecho. Proyectar la obra en un gran espacio de luz tenue y con sonoridad reverberante para enfatizar el sonido de las voces que nos transmiten el mensaje sagrado de lo cotidiano. Xavier utiliza el latín para hacer pasar el mensaje. No hace falta saber latín, porque, ciertamente no podemos escapar de su sonoridad comunicadora. Un sonido que asociamos directamente a algo que nos lleva un mensaje que quiere ser escuchado. Nos suena a confesión, a revelación. Es así que utilizando el latín y su sonoridad del auditor queda atrapado en una escucha atenta y pausada.

Para esta ocasión, Xavier ha utiliza más de 40 proverbios sobre la vida cotidiana de Ramon Llull. Mensaje sobre el saber estar, la bondad, el buen hacer. La obra es la transmisión del mensaje de dios, su sonoridad que resuena en el interior de Ramon Llull, pues él es el único que es capaz de escuchar directamente estos mensajes. Xavier me cuenta que esta obra finalmente es un reflexión sobre el rol del transmisor, del maestro capaz de revelar en el alumno lo que le se inescrutable a simple vista.

La obra comienza con un sonido dramático, una voz profunda que resuena en nuestro interior. Un espacio interior se abre, las voces emanan del interior de la música electrónica, sonidos de respiraciones, sonidos primarios, sonidos vocales percusivos, y poco a poco, los textos se nos revelan, se nos transmiten. Se hacen voz. Xavier sabe con maestría guiar y alimentar la escucha en su justa medida, sin artificios, siempre con un ritmo pausado, más impuesto. Las partes cantadas de forma austera pero eficaz nos recuerdan a cantos monódicos, cercanos al campo gregoriano. Líneas de luz que emanan del interior.

Los ingredientes químicos de esta formula alquímica ya se han expuesto durante los primeros cinco minutos de la obra, a partir de aquí es el oficio de compositor quien trabaja para desarrollar una forma orgánica. La obra va renovando la escucha con la perfecta combinación de los ingredientes ya expuestos, no se trata de yuxtaposición de elementos, se trata de combinaciones que trabajan con la memoria y la creación de espacios electrónicos resonantes.

Finalmente cierra el disco, a modo de tríptico, la obra “La violación de Lucrecia”. Un monodrama para “Cantatrice” y música electrónica. Una obra impactante, sobre todo por la fuerza expresiva y sensual de la voz dramática de Cristina Brunet, que con los matices y los recursos vocales que Xavier le compone, Cristina nos transmite con dramatismo y encanto el sufrimiento y la angustia que expresa el libreto. El texto que nos propone Xavier Gelabert es una revisión personal del célebre poema de Shakespeare, “La violación de Lucrecia”. Un poema que también puso música Benjamin Britten basado en un libreto de Ronald Duncan.

Esta obra se estructura en una intercalación de recitados y de arias que guían y acompañan el dolor que acaba resintiendo el auditor ante esta obra sonora. Si bien la primera obra de este disco sugería de escucharla a un volumen sonoro considerable ante los altavoces, en esta ocasión, sugiero una escucha con auriculares de buena calidad. Buscar la intimidad, el repliegue y la proximidad con la voz de Cristina Brunet y sentir los matices y los giros matéricos de la expresión vocal llena de sensualidad y dolor.

La obra se inicia con una frase electrónica que nos transporta precisamente a la ralentización del tiempo, con la electrónica inicial Xavier detiene el tiempo para hacernos concentrar sobre el primero de los recitados que introduce la obra: “Sangre… Semen… Flujos vaginales… “. Un texto directo cargado de dolor y magníficamente interpretado por Cristina; su dolor nos atraviesa el pecho. La electrónica se mantiene en dos planos sonoros. Una pulsación profunda constante y periódica da ritmo y profundidad psicológica al recitado; el breve fragmento electrónico inicial deviene el tomento de Lucrecia.

Tres recitados, 4 arias y un final se construyen a base de sonidos vocales frotados, granulares, temblorosos, combinados con sonidos vocales percusivos que resuenan en la cabeza de Lucrecia y del auditor. Un espacio psicológico. Aquí cabe destacar el tratamiento electrónico de la voz, un tratamiento cuidadoso que en ocasiones suena a filtrado, como surgiendo de un transistor que retransmite el monodrama, como si Lucrecia nos recitase y cantara desde otra dimensión psicológica. El contraste aparece con las partes cantadas en forma de tresillos en glissando a las arias 2 y 4, como si se tratara de una voz que logra liberarse de la opresión y el dolor. El aria 2 es impactante, un canto hipnótico basado en una sola nota iterativa. Un punto fijado en el tiempo y espacio, inmóvil, como si Lucrecia no osara moverse sabiendo su destino fatal. Una vez más Gelabert maneja la forma y guía la audición intercalando matices, recursos vocales y textuales de forma dramática que nos cautiva y nos atraviesa.

La violación de Lucrecia es la excusa de Xavier para comunicarnos el dolor de las injusticias, de la ausencia de libertad y finalmente un canto de liberación de los oprimidos. Un canto a la libertad individual y colectiva, un canto a la democracia y la libre expresión.

Con esta obra cierra este disco imprescindible. Este es un disco-tríptico donde Xavier Gelabert nos hace pasar el mensaje: Atención a los totalitarismos; seamos transmisores de valores esenciales y necesario; luchamos por la Libertad.

Octoechos Choir es el instrumento perfecto, la VOZ que nos hace pasar el mensaje de una manera rica, sugerente, sensual y contundente.


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  1. Avatar Cristina dice:

    Son tres obras maravillosas,conforme vas escuchándolo te adentras en cada historia,historias que nos cuentan durezas y realidades de hoy, hace que lo sientas en cada momento. Espectacular!!!!!